domingo, 15 de noviembre de 2009

Screen

Sus dedos se deslizan rapido sobre el teclado, aturdiendo a las moscas con su irregular y desgastado sonido. Corren desde las consonantes a las vocales, y de vuelta a las primeras. Corren como huyendo de un predador. Lineas de negros simbolos surcan la pantalla, unica fuente de luz en aquel pequeño cuarto en tinieblas. Ni el golpeteo de las teclas tiene espacio para respirar en aquel encierro. Un gemido ahogado, la sal que salpica el teclado, quien escribe se quiebra en el lugar, agachando la cabeza. Le cuesta respirar aquel aire viciado de miedo. Sus ojos desorbitados recorren lo escrito, tomando carrera para volver a la fuga. La oscuridad es espesa como el aceite, e impregna con su sutileza todo el cuarto. El monitor es solo una pequeña antorcha en la más inmensa cueva, una cerilla encendida a la boca del dragón. Cada letra va oscureciendola lentamente, particula por particula. El blanco es gris, el gris es negro. No comprende que aquella oscuridad es su unica salida, inutil pelear. No hay ninguna victoria capaz contra ella. Las garras de la negrura se abalanzan sobre sus manos, interrumpiendo la escritura. Letras complices del terror, la narración no ayudará a nadie, pero mitigan su dolor. ¿Acaso mil páginas de "AYUDAME" pueden querer decir otra cosa?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Painting

Imagen

Yo artista
tu crítica
atacas cada arista
que a tu esfera no se aplica
embistes las grietas
que mi ocio dedica
el cuadro se agita
al sufrir tus sucias tretas
miras directo a los ojos
que asoman desde un pasaje
de aquellos vidrios rotos
donde yace la imagen
visiones de un paisaje
cuyos detalles conoces
perfectamente oyes
sus más suaves voces
cada pequeño trazo
de un pincel de cinismo
llega a tu conciencia
como un deja vú
queriendo ignorar
lo que tan bien conoces
aquella vista desecha
deforme, maltrecha
embebida de autoritarismo
con algo de solipsismo hecha
es exactamente lo mismo
que conoces como reflejo
la forma que tanto aborreces
es tu imagen en el espejo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Flower

Si alguien hubiera visto
lo que vi ese día
entendería mi compañero
la locura que me invadía
un mar de rosas, lirios
orquídeas, claveles, petunias
ondeando con su aroma el viento
eliminando cualquier penuria
del que se atreviera a mirar
el fulgor de ese mar anaranjado
aunque solo sea al pasar
extasiado por la visión
de los frágiles, flexibles pétalos
embadurnando la acera
que me conducía a mi misión
sobre aquel océano de luz
de claras notas de campo abierto
de azul marino, rojo sangre
níveo blanco, celeste
se alzaba sobre su trono plateado
de cascabeles lumíneos
la flor primigenia
la Aleph, la última
la que encerraba en su vientre
toda posibilidad del universo
sus estigmas volaban
lejos de su cabeza floreada
sus brazos acariciando
la maraña de espinas que sensuales
recorrían su piel llena de marcas
marcas de vidas, marcas de sueños
que osaron tocar su fulgor nocturno
debo cortar esa flor, me dije
llevarla a un lugar seguro
me acerqué descalzo a la orilla
del eterno mar de flores
las púas sangraban mis pies
arrancaban gemidos escarlata
de mis brazadas, esforzados y débiles
intentos de nadar
llegué llorando al altar de mi flor
enamorado de tantas flores a lo largo del camino
siete marcas en mi pecho, dos en mi cabeza
otras nueve en mi corazón
la fálica espada plateada
pretendió cortar a la reina
tan solo para ser destrozada
quemada y resignificada
por la corte imperial
vamos a cazarte, dijeron
a ti y a los de tu clase
guerreros de metal brillante
armaduras huecas, corceles galantes
la primera flor me miró
mientras su brillo me cegaba
me envolvió en su etéreo resplandor
sin siquiera tocarme
quise ofrecerle mi sangre
pero no la aceptó
me uní al sequito de ciegos
que siguen mirando la luz.

martes, 6 de octubre de 2009

Mermaid

Vivia una sirena en las profundidades de una cueva que se abria cerca de un antiguo acantilado. Aquella sirena tenia una particularidad: sus lágrimas, al tomar contacto con la salada agua de mar, se convertian en maravillosos diamantes. Desde pequeña fue conciente de su habilidad. La descubrió cuando un tenaz arpón, apuntado a un gran pez, pasó junto a su lado rasgando la piel de su brazo. Por esto fue que desde pequeña se aisló del resto de la comunidad, evitando su compañia. Sabía de la avaricia y de los peligros que acarreaba.
Es entonces que, en su solitaria cueva, decidió explotar al maximo su dolorosa habilidad. Descubrió que la forma de los diamantes que lloraba dependian de la herida que los provocaba. Un pequeño pinchazo creaba diminutas cuentas. Un corte a lo largo de la espalda daba una exquisita forma tubular, ligeramente curvada. Una herida en el vientre permitia formas abombadas, pulidas y de variados tamaños, dependiendo de que órgano se hubiera dañado. Los golpes en la cabeza causaban imaginativas e irregulares formas, piedras que parecian de sueño. Una puñalada rauda en el pecho creaba la forma más maravillosa, un brillantisimo diamante con forma de corazón.
Mientras descansaba de sus heridas, entretenia sus días contemplando el siempre creciente monton de piedras preciosas, producto de su dolor, que guardaba en lo más recondito de su guarida, escondidas de la vista de cualquier curioso que se atreviera a acercarse a la sirena hermitañia.
Seguramente su afán por llegar al limite de su potencial le haya costado la vida, haciendose un daño mortal para conseguir el diamante más grande que se haya visto jamás.

Enterado de esta leyenda, el explorador emprendió la busqueda de la cueva de aquella sirena. Años de investigación y aventuras lo condujeron hasta un petreo acantilado donde se decía que hace siglos vivía una huraña sirena cubierta de cicatrices y reacia a las visitas. Equipado con un traje de buzo y la experiencia de todos sus años, se aventuró en las profundidades de aquella cueva.
Halló un laberinto. Luego esqueletos de pescado y restos antiguos de comida, en lo que parecia ser el cuarto principal. Encontró instrumentos de tortura, y un cuarto cuyos contenidos aterrorizarían al más valiente. Finalmente tropezó con una oculta puerta, cubierta de símbolos. Estaba seguro de que del otro lado se encontraba el grandioso tesoro de las lagrimas de la sirena. Pesada y reforzada, tardó mucho tiempo en poder moverla. Expectante, saltó sin pensarlo dentro de aquel pequeño cuarto. Solo encontró un montón de carbón y un fantasma agradecido.

martes, 22 de septiembre de 2009

Don't Touch Me

El beso del captor

Mi aturdido mensaje
vuela sobre tus pestañas
surca los pliegues de tus ojos
se demora en la curva de tus mejillas
determina su paso en las comisuras
de tus labios rojo sangre
se detiene en su delicioso borde
revisa en su mapa hacia donde avanzar
resiste en el precipicio, para luego
arrojarse al vacío de tu boca
abierta fosa de los deseos del presente
guarida de la bestia de tu salvaje,
furiosa sensualidad, cuyas extremidades
capturan dejando una marca
una cicatriz eterna en el pecho
de quién ose acercarse a husmear.
Mi mensaje atraviesa las puertas de tus labios
entrecruza tus dientes, relame tu lengua
y entra sin permiso al trono de tu alma.
Tu mirada acusadora, tu ojo
que todo lo ve permanece abierto
inerte a los ansiosos pedidos
de mi mentira más ridícula.
Quién puede querer a su captor
quién pretende asolar su única existencia
con el atroz sentimiento de perdonar
al justo culpable, de matar a su
inocente voz, y ofrecer su cadáver exquisito
al niño dios de la avaricia,
inconsciente de sus malignos deseos
cuna del ego, fuente de la grandeza
que permite que un espíritu
se dañe, tan solo para poder lastimar.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Little Silence

Seatbelts - ROUYA

Dentro de la conciencia, reside un pequeña gota de silencio. Su forma dentro de nuestro ser es la que nos define. Sin todo ese ruido de fondo, nuestro sonido (único) no puede escucharse.

Solo en tu mundo los Lores pretenden aturdirte. Llenar cada recoveco de ritmo, sonido, palabras, sentidos. La música, otora suavidad rítmica y matemática, se quiebra de formas inesperadas, se acelera cada vez más, pretendiendo acabar con el silencio, destrozando esa sutil nada, ese horroroso y frágil vacío que nos devora.

Lo que nos da más miedo. La misma escencia de nuestro ser.

sábado, 29 de agosto de 2009

Destroy

Pasos para destruirme

1.
Yo siempre la miraba. Su cabello mal teñido, una pequeña voz, sus tontos rasgos árabes, sus pequeñas manos con cuidadas uñas, su costumbre de no mirar directamente con quien está hablando. Detalles absurdos que me daban deseos de acercarme a ella. Trabajábamos en la misma compañía, pero en lugares separados. Las veces que la cruzaba teníamos breves pero motivantes charlas, que alimentaban el fuego de mi cariño por ella. Sus tímidos ojos oscuros mirándome furtivamente distraían completamente mi atención. Mi jefe, quien se llevaba bastante bien conmigo, tenía puestos sus ojos en ese par de tetas desde que ella llegó a la empresa. Pronto me enteré por parte de él que se habían puesto de novios.
Mi jefe vivía en Caballito, por lo que ambos tomábamos la línea E del subte para ir a nuestras respectivas casas. Ese día ella lo acompañaba. Entre trajinar del tren, ella posaba levemente sus ojos en mí. Yo miraba la ventana, distraído. No había nada que mirar allí. San José, Independencia, Entre Ríos. Mientras las estaciones se sucedían, la temperatura dentro del tren aumentaba. Mi jefe me alcanzó su celular. Miro la pantalla brevemente. El modo de filmación estaba activado. "Filmanos besándonos", me dice. Veo los ojos de ella mirándome fijo, pidiéndome algo. "Tomanos de cerca, que se vea bien", apura mi jefe. En el ruidoso silencio del subte, inmortalizo la imagen de sus labios entrelazándose, saboreándose. Infinitos ojos registran las escenas. En ningún video ella mira a la cámara.

2.
Yo siempre lo miraba. Su tez morena, sus ojos color miel, él cómico acento cordobés que no sabía ocultar, tontos detalles que me agradaban. Me hacía sentir segura con sus palabras. Pero se que nunca me quiso. Semanas, meses de charlas de café, penosos intentos de propuestas de parte mía para que nos conozcamos mejor, pero él siempre las rechazó. Realmente no debo ser una chica atractiva para él. Nunca expresó ningún cariño hacia mí. En cambio, Martín me quería. Tomaba mis manos con ternura, y mientras las besaba me recitaba mentiras al oído. Sabía muy bien que no soy la primera mujer con la que estuvo. Junto a Martín creía que sí podía ser fuerte.
En una ocasión, yendo hacia su casa, apareció él. Se apuró para subirse al mismo tren que nosotros. Se sentó enfrente de nosotros y trató de hablarnos con confianza, pero nunca se dirigía hacia mí. Martín me susurro alguna chanchada en el oído y le pasó su celular a él. "Filmanos besándonos", le dijo. Yo había hablado con Martín mil veces sobre el tema, y siempre le expresé que odiaba que nos vieran haciendo nuestras cosas privadas. Pero no pude negarme. No me atrevía a pelearme enfrente de él. No quería enojarme enfrente de él. Lo miré, suplicándole piedad, ayuda. Pero fue en vano. Él siempre fue un alegre cómplice de mis vejaciones.

3.
No pude dejar de mirarla desde que llegó a la empresa. Pelirroja, piernas torneadas, carita bonita y bien curvilínea. Todo lo que podía pedir en una mujer. Avancé pronto, para que nadie me la cagara. Con unos cuentos interesantes ya me la había ganado. Besaba como los dioses, pero en el sexo era muy torpe. Un buen cuerpo no es sinónimo de buen estado físico, por lo visto. Pero aún así la quería. Se ponía quisquillosa a veces, cuando le hacía las propuestas más osadas, pero nada que unos cuantos regalos no puedan arreglar.
Una vez, mientras íbamos a mi departamento, se apareció uno de los empleados a mi cargo en el subte. La puerta del tren casi lo parte en dos al flacucho. Se sentó y comenzó su habitual charla preprogramada, que el clima esto, que el laburo aquello. Pero pronto me di cuenta quien era realmente. Era ese boludo que le tiraba los galgos a mi novia. Lo había visto un par de veces intentando charlar con ella, siguiéndola con la mirada, preguntando por ella cuando faltaba a la oficina. No podía perder la oportunidad de demostrarle quién es el que manda. Tendrían que ver la cara que puso cuando le di el celular. "Filmanos besándonos", le dije. Como él se quedo paralizado, agarré a mi chica y comenzamos a besarnos apasionadamente. Al principio él estaba medio reacio, pero después el muy boludo se emocionó y nos filmaba con ganas y las manos temblando. Podría apostar que a él también le gusto todo.
Lo lamento, pero si con destruir tu confianza evito que te acerques a mi chica, te destruiría mil veces.

viernes, 21 de agosto de 2009

Forest

"Hoy me aventuré en el bosque. Sola, ya que nadie me acompañaba. Montones de hojas ocultaban de a intervalos al suave sol que iluminaba el día. Caminando por el claroscuro, me alejé bastante de la estación del autobús. Cada tanto pensaba que no quería volver. Que sería hermoso vivir en este solitario bosque, donde no hay nadie en kilómetros, donde nadie puede decirme nada. Donde puedo llorar y llorar sin que nadie me moleste.
Llegué a una ruta, que atravesaba el bosque. Unas nubes grises ocultaron el sol mientras me acercaba para mirar. Había un cadáver tirado en la ruta. Su hedor me recordaba a la carne cuando se hecha a perder. Marcas de llantas cubrían su pecho y tenía la cabeza aplastada. Seguro un auto lo había pisado. Algunas moscas revoloteaban sobre el cadáver. Me acerqué a mirar. Sus horribles ojos muertos estaban fijos en mí. Un cuchillo tirado cerca de su mano. Varios agujeros en su vientre. Miré el gris color de la piel de su cara. Los gusanos que oscilaban en los orificios de su nariz. Las cáscaras de sangre seca que adornaban sus pupilas. Con un bocinazo, un auto pasa a toda velocidad por el otro carril. Del susto, caí de espaldas al suelo. El cadáver seguía mirándome. El fuerte viento que se levantaba traía a mis oídos las palabras del muerto. Por qué estás viva y yo no. Si no la aprovechás para tu felicidad, por qué no me la regalás. Yo no tengo la suerte de haber muerto, vos tenes la suerte de estar viva. Le grité al cadáver que odiaba estar viva. Que él podía descansar mientras yo sufría. El muerto parpadeó, una, dos veces, y luego me pidió que lo acompañara. Vos sabés que hacer, dijo con su voz prestada. Tomé el cuchillo, y volví con prisa a mi casa. El olor a carne podrida todavía me atormentaba."

sábado, 1 de agosto de 2009

Flare

La estrella de mi padre

En la antigüedad, se creía que los cometas, las esporádicas bolas de luz que no tan usualmente aclaraban el cielo nocturno, eran profetas de la desgracia. Una nueva y fugaz estrella era el preludio a la muerte de un rey, una cruenta y brutal guerra o de alguna mortal peste. Ninguno de esos eventos rondaba por mi mente cuando observé por primera vez aquel fulgor que acompañaba a la salida del sol, como lágrima de luz que se vertía desde las montañas, desafiando la gravedad, hacia el anaranjado cielo. Muy grande para ser una estrella, muy brillante para ser un avión, quise mirarla con más detalle, pero el autobús que me llevaba a mi trabajo justo pasaba por allí y no podía darme el lujo de perderlo. Dentro del apurado vehículo ya no pude verla.

La rutina me hizo olvidar tan singular evento. Aún así, la estrella misteriosa volvió a aparecer la mañana siguiente. Estaba unos centímetros más baja, casi bordeando el horizonte recortado por los circundantes montes. También parecía más brillante que el día anterior. Incluso podría decir que estaba más cerca. Aquel día le pregunté a mis compañeros de trabajo si habían visto lo mismo, pero en un mundo como el nuestro, poca gente alza la cabeza. También se lo comenté a mi madre, al regresar a mi casa, pero difícilmente me haya prestado atención. Aún seguía preocupada por mi padre, quien había salido hace algunos días a escalar una de las montañas que rodeaba nuestro pueblo. Me deprime verla así. Mi padre hace años que está fuera de forma para escalar como lo hacía en su juventud. Le dice a mi madre que va a escalar, como excusa para salir con alguna de sus amantes. Pienso que mi madre ya lo sabe, y disimula la situación para evitar un problema mayor, o para conservar su frágil felicidad, no lo sé muy bien. No me creo capaz de juzgarlos por sus acciones.

Al día siguiente la estrella no apareció, ni tampoco el día después. Tan solo con dos apariciones, aquel suceso logró ocupar un importante espacio en mi mente, aunque solo sea como entretenimiento. La desaparición de aquel fulgor coincidió con el comienzo de una seguidilla de terribles noches de insomnio. Recostado, incomodo, en mi cama, podía oír todos los ruidos que producía mi casa al contraerse por el frío. El rechinar de los muebles de madera, el correr del agua dentro de las cañerías, un insecto moviendo frenéticamente sus extremidades, el errático movimiento de mi madre dentro de su cama. Aquellos suaves sonidos que acompañaron las noches de mi infancia. Con su espaciado e irregular ritmo, lentamente lograban que me calmara y conseguían, pese a mi insomnio, que conciliara un agradable sueño. Todas las noches mi madre se levantaba y se dirigía hacia la cocina a tomar un vaso de agua. Un pequeño, aunque inquebrantable, ritual que toma solo unos minutos, el cual mi insomnio me hizo rememorar al oírlo de nuevo. Las noches subsiguientes comencé a prestar más atención a ese ritual, percatándome no sin sorpresa que a medida que pasaban los días, el ritual tomaba más tiempo y extraños sonidos salían de la cocina.

Mi padre todavía no había vuelto, y mi madre estaba cada día más demacrada, como si el insomnio que me atormenta la atacara con más fuerza a ella. Angustiado, inquirí intensamente sobre su estado, pero ella se negaba a darme una respuesta. No pasa nada, me decía, aunque su rostro demostrara lo contrario. ¿Cuál será el dilema que la apremia? ¿Habrá descubierto el secreto de mi padre, y la angustia el pensar como debe reaccionar al respecto? Con esas cavilaciones entretenía mi pensamiento mientras intentaba dormir, cuando la escuché agitarse entre las sabanas. Luego, un rozar de telas, pies nerviosos explorando el suelo, una puerta que se abre, dos pantuflas que acompasadamente se dirigen a la cocina y una puerta que suave se cierra. Luego, agua corriendo. Me levanté sigilosamente de mi cama, dispuesto a quebrantar la privacidad de ese ritual. Con la loza enfriando mis pies, me arrimé a la puerta de la cocina, y con un leve movimiento la abrí unos pocos centímetros para poder observar los secretos que escondía. Aún hoy desearía que lo que vi en aquella ocasión (y en las tantas otras veces que volví a espiarla) fuera una alucinación, o producto de mi imaginación. El fantasma de mi padre, pálido, inmaterial se hallaba acosando a mi aterrorizada madre con un rictus furioso, oscuro e inhumano. Los ojos de mi madre se hallaban rojos y secos de lágrimas, mientras continuaba refregándose la cara en silencio, arrodillada en el suelo. El fantasma de mi padre solo repetía: "¿Por qué no viniste a buscarme? ¡Sé que viste la bengala de emergencia que disparé! Yo te amo... ¿Por qué no viniste...?"

Sigo recorriendo los mismos caminos, y sigo mirando al cielo con horror. Hay mañanas en las que, apenas por encima de las montañas y acompañando al naciente sol, vuelve a aparecer la estrella, para que no nos olvidemos. Para que recordemos que él aún está allí.

domingo, 26 de julio de 2009

Sphere

Como la pieza de un rompecabezas, cada alma tiene huecos y protuberancias. Faltas y virtudes. A tantos campos se extienden esas deformaciones en la superficie de nuestra metafísica existencia. Nuestros huecos nos causan vacíos, nuestras protuberancias, desgano. Cada uno tiene sus propias maneras de ocuparse de esas inequidades. Sea con distracciones, amigos, sexo, lujos vanos de nuestro ser capitalista, logramos, algunos mas, algunos menos, conformar una esfera existencial lo más perfecta posible.

Como esfera perfecta, seremos inmunes a los demas. Ninguna protuberancia o hueco podrá interponerse en nuestro camino. Nuestro centro de gravedad estara centrado exactamente en nosotros, y nadie más que nosotros. Tampoco podremos movernos, ya que no habra deseo que satisfacer.

Podríamos decir, si quisieramos ser tan soberbios como para querer resumir la razón de nuestra existencia en una simple frase, que vivimos para buscar la perfección de nuestra alma, pero no para lograrla. En caso de conseguirla, nuestra vida perdería existencia, y moriríamos, nos suicidaríamos con tanta despreocupación que solo el miedo a lo desconocido podría evitar una revolución suicida, millones de personas matandose para evadir los vaivenes y sinsentidos de la vida.

Claro, este creído resumen solo es posible siguiendo los estrictos y limitados pasos de la lógica. Si bien me encantaría que hubiera otra solución, creo firmemente que la lógica es la unica manera que tiene el ser humano de concebir, de saber y conocer el mundo y su propia existencia. Cualquier otra solución al problema del por qué de la existencia es inconcebible para una mente humana.

Hay veces en las que pensar es perjudicial.

lunes, 20 de julio de 2009

Letter

Una Carta

Una carta apareció bajo mi puerta esta mañana. Contenía un papel prolijamente doblado, con solo dos palabras escritas en él, como dos ojos negros mirandome.
"Te amo", eran las exactas palabras.
No volveré a abrir la puerta de mi sotano nunca mas.

martes, 14 de julio de 2009

Kill you

Just a game
not willing to play.
Just ourselves
afraid to complain.
Pages of unforgotten lore
swirl around your head
wrapping around your mouth
blocking your tearful eyes
grabbing your hands
that are moving in strange ways.

Trapped on your theorist cell
you cry
Belive me, the moans
always always echoes around
making me anxious.

How can I free you?
How can I tear my way apart
and hear your darkened voice?
Thick layers of paper
cover your skin...
I guess that the only way left
is to break you apart.

sábado, 4 de julio de 2009

Lift

Ascensor

Salió de su departamento. El botón llama al ascensor, que se eleva hasta el octavo piso. Abre la puerta, y con firmes pasos entra. Presiona otro botón, y el ascensor comienza su viaje hacia la planta baja. Un artificial aroma lo envuelve. Él lo reconoce. Era el falso olor de un chicle de frutilla. Una tecla se mueve en lo profundo de su mente. Era el mismo aroma que anunciaba la llegada de ella. Ella...
Era una relación destinada al fracaso. El la quería, y aunque sabía que no tenían futuro siempre la contuvo. Quiso con nobleza lo mejor para ella, e hizo lo posible por realizar su felicidad, aunque alguno de los dos saliera lastimado.

El ascensor descendió un piso.

Él sabe que no era amor. Ella tenía un cuerpo muy deseable, y sabía muy bien como usarlo. Sus habilidades amatorias eran incomparables. Él siempre la deseaba, aunque no siempre la tenia.

El ascensor descendió un piso.

Hacían el amor el día entero. Solo descansaban pocos minutos antes de volver al ruedo. Sus cuerpos se unían como dos llamas gemelas, entrelazando sus pasiones a través de puentes tan reales como fugaces. El mero contacto con su piel despertaba en él la locura. Incansables, bebían de la dorada copa del éxtasis hasta saciar su profundo y carnal deseo. Sus cuerpos se comunicaron mejor que sus palabras, hasta que eso sucedió.

El ascensor descendió un piso.

Ella vivía sola. Su familia la despreciaba. Reprimida desde joven, logro realizarse al estar con él. Pero sus deseos eran caros. Cenas, salidas, objetos suntuosos se convirtieron en la prueba de su amor. Él quería amarla, pero ella prefería complacer a su niña interior antes que a aquel adulto bestial dominado por el sexo. Cada noche, dos jugadores abrían una dura negociación. Él no sabe por qué tardó tanto en darse cuenta que pagaba por sexo, como si ella fuera una puta.

El ascensor descendió un piso.

¿Cómo podía tratarlo así? Él la había ayudado desde el comienzo, él la sacó de su miseria, él era su maldito novio, no podía negarle su cuerpo, venderle como si fuera mercancía algo que ya le pertenecía. Las negociaciones fueron cada vez más bruscas. A veces, un par de golpes volvían el duelo a su favor. Pero él sabe que nunca dejó de quererla, por eso después de alguna ardiente sesión satisfacía de igual modo sus necesidades materiales, a pesar de haber ganado la negociación por la fuerza. Ciertas ocasiones, solo los golpes la calmaban, y él le hacía un favor templando su carácter. Era por ser tan desafiante que no la querían.

El ascensor descendió un piso.

Tardó otro tiempo más en recordar que las putas no tienen solo un cliente. Él sabe que de todas formas prefirió ignorarlo mientras pudo. Ella desaparecía de su casa. Volvía a la madrugada, con sus ropas desordenadas, sin ganas de tener sexo. El celular que él le compro estaba infestado de mensajes de dudosa procedencia. Un día, al llegar temprano, la encuentra en su propia cama, donde tantas veces la había amado, cogiendo con otro hombre. Ese fue el principio del fin.

El ascensor descendió un piso.

Golpeó a aquel hombre tan fuerte, que jamás va a olvidar aquel fatídico día. La sangre en el suelo, mezclándose con lágrimas oscuras. Su infantil aroma a chicle escapando por la puerta. El encierro.
Él pensó seriamente en matarse. La culpa se abarroto sobre él en cuestión de segundos, como incontenible torrente, al darse cuenta de la ausencia de ella. Sentía que de alguna manera, él había causado su propia desgracia. En su afán de placer, olvidó a la persona a la que amaba.
Maldiciendo al destino y al karma, vivió días oscuros en la enorme soledad de su departamento. Hasta que el dulce aroma de falsas frutillas le mostró algo más oscuro que la oscuridad.

El ascensor descendió un piso.

Ella volvió a aparecer en su portal. Cristales de melancolía adornaban sus ojos. Dijo que todo fue un error, que él no se merecía tanto sufrimiento. Imploró su perdón, prometiendo que nunca lo volvería a hacer. Solo un tonto amable como él la hubiera perdonado.
Todo siguió igual que antes. Las mentiras, los golpes, las luchas, las negociaciones. Él siguió comprando los favores, ella siguió traicionando su débil confianza. A veces lo chantajeaba, amenazándolo con denunciar a la policía sus malos tratos, huyendo con algún amante hacia alguna tierra lejana. Él contraatacaba jurando que la echaría a la calle, donde estaría sola como antes, sin familia y sin amigos para mantenerla. Pero ninguno de los dos se atrevería a hacer la mitad de lo que perjuraban.

El ascensor descendió un piso.

Él no puede recordar cuantas veces la violó como castigo por entregarse a otros. Ella le destruyó todas sus pertenencias sentimentales, obligándolo a recluirse y abandonar todas sus otras relaciones. Se convirtieron en dos almas errantes que solo existían para lastimarse mutuamente. Ella lloraba constantemente, cuando hacían el amor, cuando él consentía sus escasos caprichos, cuando huía brevemente con uno de sus amantes, cuando pensaba en su inexistente futuro, perdida en un mundo de dolor. Él no pudo soportar que ella sufriera tanto, no podía dejar que esa persona que tanto quería viviera una existencia tan miserable. La ahogó esta misma tarde, mientras ella se bañaba para disimular un poco el olor de su amante. El aroma artificial de su goma de mascar aún impregnaba el cerrado espacio en el cual él tranquilamente descendía, y así huir para siempre de aquel maldito departamento.

El ascensor se detuvo.

Él abrió la puerta. Del otro lado lo esperaba el mismísimo infierno.

domingo, 14 de junio de 2009

My Words

Estas palabras son
como flechas puntiagudas
surcando los cielos verde binario
a veces, son grotescas saetas
que viajan raudas y confusas
son armas, pueden herir
y así alguien se digne
a posar su gran lupa sobre mí
en aquel escenario, de marco redondo
deformante e irreal
tal vez pueda ser, finalmente,
el protagonista.

Spinning Around

Charly García - Adela en el Carrousell
Del disco 'Parte de la Religión'

Adela en el carrousell
y los espejos son sonrisas
la sortija un aparato de amor.

Adela en el carrousell
y los caballos de madera
que la mecen y le mojan la piel.

Ten piedad, no seas así
no le des patadas a los locos.
Ten piedad no seas así,
voy desvaneciendo sin tu amor.

El sol empieza a salir
y en los jardines de tu mente
hay estatuas que ella debe pulir.

La luna empieza llorar
y cuando todo es tan plateado
hay colores que no pueden entrar.

Ten piedad, no seas así
no le des patadas a los locos.
Ten piedad no seas así,
voy desvaneciendo sin tu amor.

Y a través de la sortija
ella lo convirtió
en un caballo
que gira y gira a su alrededor.

Tanto girar, girar es un efecto.
Tanto esperar,
esperando que se haga realidad
el se pasa girando sin parar.
Nada es perfecto.

Adela en el más allá
es una estrella clandestina
que ilumina los despojos de amor.

El sólo quiere mirar
la calesita de los
sueños que se fueron
y ya no volverán.

Ten piedad, no seas así
no le des patadas a los locos.
Ten piedad no seas así,
voy desvaneciendo sin tu amor.

domingo, 31 de mayo de 2009

Suicide Letter

Originalmente escrito el 17/12/08. Cosas 'superadas', amargamente posteadas.
Este 'poema' ya no es mío.


Hola.
Otra vez te vuelvo a escribir.
No sé por qué lo hago, quizas nunca lo sepa.
No sé por qué te amo, quizas nunca lo sepa.
El viejo dice por la biología, calentura de juventud.
Tu me cuentas de la gente y el zumbido de sus moscas que confunde.
No es la primera vez que me lo recuerdas.
El amor es voluntad, el amor es elección.
Qué diferente es el mundo cuando te quieren.
Hoy quiero contarte mi punto de vista.
¿Cuántas veces te he llamado?
¿Cuántas he pedido por tus halagos y no hay ni desprecio?
¿Cuántas cartas te he escrito y nunca han llegado?
¿Cuántas palomas he enviado a tu presencia para ser devoradas por el vacío?
¿Cuántas flores planté en la tumba de un amor, solo para que el tiempo las marchite?
¿Cuántas flechas descabezadas volaron raudas a tu corazón?
Todo inútilmente.
Nunca me perdonaste.
Nunca olvidaste cuanto te lastime.
Mutilé tu triste inocencia.
Ahorqué tu voluntad para poder controlarte.
Abuse incontables veces de tu bondad, violandola sin piedad.
Mil, cien mil puñaladas a tu corazón, no te maté.
Seguiste andando.
Crees perdonarme, pero no quieres.
Aún te amo. Te amo.
Solo quiero que vuelvas.

Yo mismo me he preguntado:
¿Por qué te sigo amando?
¿Para qué quiero que me perdones, sabiendo el infinito mal que te hice?
Solo te quiero de vuelta.
Solo quiero ver tu corazón.
Solo quiero tener tu alma
para dar las mil puñaladas que me faltan.

martes, 26 de mayo de 2009

Gray

"Mike y yo hicimos este juego como un experimento, para ver si podíamos expresar esta pequeña idea únicamente a traves de la jugabilidad. Les pedimos que sean pacientes mientras lo juegan e intenten lo mejor posible terminarlo. [...]

Gracias por jugar y mantener una mente abierta!"


- comentario del autor

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mail

Ella se levantó emocionada. Hoy era el día en el que recibía su tan esperado e-mail. La ventana, con sus persianas siempre descorridas, permitía la entrada de la bella luz del amanecer, la cual inundaba el cuarto con una calidez ambarina. Encendió su computadora, al tiempo que ponía a calentar agua para el té. Los usuales pitidos y chirridos del ordenador daban inicio a un nuevo día. Al tiempo que calentaba sus manos con el vapor de la taza, ingresaba a la página de su correo, para luego tipear nombre y contraseña. 1 mail nuevo. Con un clic abrió el mensaje. Bellas palabras, interesantes opiniones, su hermosa carta usual. Ella lo conocía desde hace años, tiempo atrás durante su época de estudiante de secundaria. Como buena parte de su generación, tuvo muchos amigos 'On-Line', de lejanos países. Gran parte de esas relaciones desaparecieron con el tiempo, algunas por simple desgaste, otras por un cambio de mail. Sin embargo, él se mantuvo allí, siempre dispuesto a escucharla y brindarle ayuda. Tanto cariño... Eso la intrigaba, y la mantenía interesada en él. Ella aún recuerda sus escapadas al cyber de madrugada para leer sus mails, su siempre creciente deuda con el chino e incluso la reciente compra de la flamante computadora en la que hoy revisa sus mails. Desde que comenzó a vivir sola, la melancolía de la soledad solía atraparla en descendentes espirales de depresión. Algunas veces, solo sus mails lograban sacarla de allí. Incluso algunos, impresos en papel, decoraban las vacías paredes de aquel monoambiente del duodécimo piso en el que pasaba sus días. Ella le debía tantos momentos felices.

Aquella tarde, observando las nubes correr detrás del rojizo sol, lo decidió. Quería conocerlo en persona. Ella sabía, por ciertas cosas que él dejaba notar en los mails, que él vivía en el mismo país. A esa altura de la relación, a ella no le importaba tener que viajar kilómetros y kilómetros para verlo. Ni tampoco él mantenerlo por unos días en su casa, si él decidía viajar a verla. Tendrían tantas cosas de las cuales hablar que seguramente no dormirían durante toda su estadía. Riéndose entre dientes de esa idea, escribe un mail con la proposición. Quería conocerlo en persona. El pequeño cartel, que indicaba que el mail había sido enviado con éxito, dio comienzo al resto de la rutinaria semana.
La respuesta no llegó al viernes siguiente, ni tampoco al otro. Un mes había transcurrido desde que ella envió su pregunta. La tristeza en la que se sumergió durante ese tiempo era gigantesca. El tiempo avanzaba solo en lentas brazadas, como en un mar de petróleo, un mar negro, espeso e inflamable. Ciertas noches, más oscuras que otras, un cuchillo recorría sus paredes, dejando marcas invisibles al exterior, devanando palabras de tinta, destrozando algunos recuerdos, que incluso inmateriales acosaban como fantasmas. Otras noches, aún más oscuras, se apoyaba en su ventana a mirar el gris horizonte citadino, escrutando el ridículamente esperanzador vacío que se abría frente a ella. Aquel vacío... verdaderamente era una larga caída, suficientemente larga para que el viento desgarre todo pensamiento. Luego de varias semanas, cerró por primera vez las persianas de su monoambiente, buscando ignorar aquella inmensa nada que la llamaba.

Una noche, oscura como tantas otras, sus ojeras húmedas miraban el monitor, mientras sus dedos desesperanzados tecleaban usuario y contraseña. 1 mail nuevo. Tragó saliva. Con la tensión recorriendo su cuerpo, hizo clic sobre el mail y lo abrió. Era de él. Cuatro palabras oscurecían la blanca pantalla: "No cierres las persianas". Se detuvo unos minutos, leyendo y releyendo esas palabras. Se levantó de su silla y fue hasta la ventana. Con sus temblorosas manos descorrió las persianas. Afuera, la luna nueva cubría de sombras la ciudad. Ni el gris horizonte respondía su mirada. El vacío se veía tan encantador esa noche.

viernes, 10 de abril de 2009

Elements

Aire, fría separación, último abismo entre dos seres
Fuego, calor que envuelve, crea y destruye
Agua, eternidad que cubre, cura y desprecia
Tierra, palabra que dura, firme bajo mi cabeza


Aire, como cuchilla sesgando la comunión de las almas
separa mi cuerpo del tuyo, sangres iguales y aisladas
solo el aire me permite verte
mis ojos solo observan en un sentido.

Fuego, la fuerza vital que convierte
tierra en cenizas, aire en humo, agua en vapor
toma lo inerte y con ello crea luz
aunque destruyendo en el proceso.

Agua, la materia que todo lo envuelve
defensora de la tranquilidad, partidaria del movimiento
nada más ordenado que una laguna en un día calmo
nada más caotico que una tempestad en altamar.

Tierra, esencia de la estabilidad, la estructura
el preciado lugar donde podemos construir
único refugio sobre el que podemos pararnos
para mirar las estrellas.

lunes, 23 de marzo de 2009

Storytime

¿Recuerdas aquel atardecer, teñido de un naranja intenso, en el cual iniciaste mi desdicha? espero que si. Yo, por mi parte, podría recitar cada palabra de nuestro inocente dialogo como si hubiera sucedido hace solo minutos.
- ¿Qué estas haciendo? - Te abalanzas sobre mi espalda, perturbando mi concentración.
- Escribiendo un cuento, así que te pido si por favor...
- ¡Que bien! He querido preguntarte algo desde hace tiempo, sabes... ¿Por qué nunca has escrito sobre mí?
- No es cierto... siempre me inspiras.
- ¡Pero nunca has escrito un cuento sobre mi!
Tu dulce expresión, exquisita mezcla entre inocencia y real tristeza, pudo más que mi dura cabeza.
- Ok, tienes razón, nunca escribí nada acerca tuyo... - Dudé, medité unos segundos lo que iba a decir a continuación - ...más que nada, porque tengo miedo de...
- Quiero ser la protagonista de un cuento tuyo.
- ¿Por qué?
- Quiero ver que es lo que verdaderamente piensas de mí, que bondades y defectos observas en mi persona. Y además siempre quise ser una heroína.
- Tengo miedo de no poder hacerte feliz en él...
- Si puedes hacerme feliz en la realidad, no veo por qué no vas a hacerlo en la ficción. Vamos, escribe una linda aventura para mí.
Mi manera de escribir siempre ha tenido una pequeña cualidad. Mis personajes estaban vivos. Es decir, yo solo proponía un guión, ciertos eventos reguladores, pero cuando comenzaba a escribir eran ellos quienes interactuaban por su cuenta. Pequeños seres viviendo, conviviendo dentro de mi proceso creativo. Esto particular manera de escribir me llevó a descartar a personajes reales para historias ficticias. Nunca pude representarlos sino como torcidas e irreconocibles sombras de los verdaderos. Con ella fue mi primera vez. Realmente era algo que me desagradaba, pero ella siempre supo conseguir lo que quería. Yo no fui la excepción.
Comencé con un simple cuento extensamente descriptivo. Borbotones de adjetivos, cuantiosos adverbios, pero sutiles y etéreos verbos, buscando modificar lo menos posible su situación. Más que un relato, aquello era una crónica, una larga enumeración de las virtudes que ella poseía. Leyendo brevemente el manuscrito, ella lo desdeñó, arrojando en un cesto el papel arrugado. Un cuento, me pidió nuevamente. Garabateé, entonces, un breve relato, un compendio de la felicidad. Catorce hojas dedicadas a contar la alegre historia de una joven damisela, quien conoce a un apuesto muchacho, heredero de un anciano conde. Juntos recorren las maravillas de la campiña francesa en la década de 1910, donde tras un prolongado cortejo deciden expresar su eterno amor con un gran festejo de luz y jolgorio. 'Catorce hojas desperdiciadas', en estrictas palabras de ella. Ella deseaba un cuento emocionante, una historia que tuviera aventura, romance, engaños, peligros. Un relato que se expresara complejamente, capas sobre capas, en fin, un cuento como la vida real, no una aburrida y tediosa farsa nupcial, de la cual ya estaba decididamente harta. Concentre mis fuerzas, mirando hacia la abismal hoja en blanco. Suspire, mientras trataba, quizás inútilmente, de consolarme pensando que hasta la más larga novela empieza con una palabra...
Entonces empecé con aquel gigantesco cuento, aquel que contaba las peripecias de la princesa del antiguo reino, en cuya infancia fue raptada por los nómadas y llevada al desierto profundo. Criada en adversas condiciones, durante aquella terrible niñez se vio obligada a luchar contra los beduinos, los cruzados y los mongoles. Estos últimos, en una absurda venganza, aniquilaron durante la noche a todo su pueblo. Ella logró sobrevivir, escondiéndose bajo los cadáveres de sus padres adoptivos. En la desesperada huida se unió con unos piratas del mediterráneo, con los cuales aprendió los secretos de los mares. Durante su juventud, fue conocida como la Bruja de las Tormentas, en honor a su cabello casi cano y desordenado. Al mando de cincuenta hombres y una voluntad indómita aterrorizó los puertos de todo el viejo mundo, desde Portugal al Líbano. Durante un saqueo, un antiguo paje de su verdadero padre la reconoció y antes de morir bajo sus impiadosas manos, él le dijo que sus padres aun la estaban buscando. Confundida, trastornada por recuerdos de una infancia que no tuvo, decide volver a tierra a buscar a su verdadera familia. Dejando su flota a manos de su leal contralmirante. Surcando las tierras del norte, buscó de oeste a este su antiguo hogar, utilizando métodos poco ortodoxos para mantenerse con vida. Estos métodos le valieron un precio muy alto por su cabeza. Cazadores de recompensas de toda Europa siguieron sus pasos. Solo cuando tuvo una leve pista acerca del paradero de su parentela fue capturada. Enamoró al verdugo y huyeron juntos como amantes fugitivos. Su casi verdugo le confesó que era el heredero de un reino caído en desgracia, reducido a cenizas por el disciplinado ejercito germánico, la reina tomada prisionera y el rey muerto en la guillotina. Para sorpresa de ambos, comparando historias se enteran que sus padres eran los mismos, haciendo de ellos dos hermanos...
Por supuesto que esto es tan solo un resumen. Sería imposible reunir aquí aquel cuento en su totalidad. No se si fue por el énfasis del pedido de mi amada, o la real vida que tomo su personaje en mi cabeza, pero el sufrimiento en su vida fue aumentando, sazonada cada tanto de una esporádica y amarga felicidad. Acaso siempre quiso una real felicidad junto a su incestuoso hermano, no aquel artificio de ficción que le ofrecí en principio. Nunca pude saber si esa historia consiguió satisfacer su deseo. No tan accidentalmente, mi filosa pluma llegó a matarla, aunque allí no terminó el cuento.
Siete años han pasado desde entonces, en esta fría y oscura prisión. Ahora, después de tanto tiempo, finalmente puedo dedicarte un cuento como vos lo deseabas. Un cuento crudo y verdadero, real como solo la ficción puede serlo.

Te lo dedico a vos, querida mía, con todo el amor del mundo.

viernes, 27 de febrero de 2009

Last Night's Dream

Bajamos caminando por el camino que bordea el bosque. Estábamos llevando una ligera conversación de presentación. Yo había llegado al pueblo hace pocos días, y vos te ofreciste a enseñarme el lugar. La melancolía de tus ojos reflejaba la mía, debe ser por eso que acepté seguirte. Estiro mi mano para alcanzar tu hombro, pretendiendo un puente entre dos soledades. Tus pasos avanzan más rápido, evitan que te toque. Entonces, un par de metros al frente, te vuelves hacia mí. Conteniendo la risa, señalas una tenue forma que se alzaba en un claro, a la derecha del camino. Una delgada anciana envuelta en sucios harapos tiritaba entre el pequeño follaje. Su sucio, blanco cabello se mecía adelante y atrás casi rítmicamente, acompañando los movimientos de su cuerpo. Sus facciones ocultas entre las sombras. Tu risa distrae mi observación. "Es la bruja del pueblo ¡Huyamos!", dices alegremente mientras corres con lentitud hacia el bosque que se abría a la izquierda del camino. Un poco perturbado, trato de seguir tus pasos. A pesar de tu aparente velocidad, por cada paso mío vos te alejabas dos. Pronto te pierdo de vista en el oscuro bosque. Cansado de correr, me detengo un momento. Jadeo un poco, apoyándome en mis rodillas, trato de poner en orden mi mente para entender que es lo que está sucediendo. Oigo un ruido justo enfrente de mí, y levanto mi cabeza, esperando verte, ver tu triste, hermosa sonrisa diciéndome que es solo una broma, que soy un tonto por exagerar. No es lo que mis ojos encuentran. Un hombre pálido, grotescamente obeso, se hallaba a unos pocos metros de mí. Grandes manchas de tierra entre sus pliegues, ojos completamente negros sin pupilas, las venas de todo su cuerpo se marcaban groseramente sobre su seca piel. Estaba sostenido por unos oxidados caños y tubos de acero, que reemplazaban sus piernas, dándole una peculiar pose, entre frágil y amenazante. Sus manos formaban pinzas del mismo material. Sus oscuros ojos, fijos sobre mí.
Quise gritar, llamarte, reírme para seguir con la broma. No pude hacerlo.

sábado, 24 de enero de 2009

Babel

Otro cuento sobre torres. Si esto sigue así, va a terminar convirtiendose en una mini-serie.
Sí, se que no estuve escribiendo mucho ultimamente... debe ser que no estoy inspirado (sea lo que sea que quiera decir eso).


Babel

Hubo una vez en un prospero condado en las afueras del gran reino. El príncipe que lo dirigía era sabio y bondadoso, siempre atento a las necesidades de su pueblo. Los habitantes de aquel noble paraje, con eterno agradecimiento a la generosidad de su gobernador, decidieron alzar en su nombre la torre más grande del mundo para que todos los hombres, incluso los de los reinos vecinos, supieran que en ese lugar vivía el más abnegado príncipe. Los obreros preguntaron, "¿Hasta dónde se alzará la torre?". Los arquitectos respondieron "Hasta donde se eleve la benevolencia nuestro gran gobernador". "Hasta el cielo" fue el acuerdo tácito entre todos ellos. El príncipe, en un principio, se sintió ligeramente abochornado por tal demostración de fidelidad de su pueblo. Honestamente humilde, prefería que sus aldeanos usaran su tiempo libre en el ocio y no en la construcción de aquella pretenciosa torre. Pero, a medida que aquel monumento fue aumentando su elevación, también lo hizo la soberbia del Conde. Cuando la torre llegó a verse por encima de los muros del castillo, el príncipe redujo en 2 las horas laborales de sus súbditos, para dedicarlas exclusivamente a la construcción. Cuando la punta de la torre fue visible desde los límites del condado, las horas de descanso de los aldeanos, quienes ya no estaban tan deseosos de erguirla, fueron reemplazadas por trabajo forzado. Las ansias del príncipe eran irrefrenables. Quería que todo el mundo supiera de su incalculable bondad, que hasta el mismísimo Dios sintiera celos del amor de su pueblo. "Hasta el cielo", repitió mentalmente, mientras inclinaba su cuello para ver mejor. No mucho tiempo transcurrió hasta que la torre podía ser observada desde la misma capital. El Rey, completamente enfurecido por esa demostración soberbia de poder, ordenó a su ejército detener inmediatamente su construcción. Cuando llegaron al que una vez fue un prospero condado, huyeron horrorizados al ver el macabro espectáculo que se ofrecía al pie de la infame torre. Cientos de cadáveres, que evidentemente fueron arrojados desde la punta, rodeaban la base de la ciclópea estructura. Hombres, mujeres, niños. Todos ellos con los signos del hambre y la tortura. Hacía varios meses que la torre se elevó a tal punto que todo el pueblo debió subir a ella para continuar su construcción. Azotados, forzados a trabajar las 24 horas del día, sin descanso, muchos intentaron rebelarse. La caída era tan larga que podía gritar varias veces antes de tocar el suelo. En las alturas, sin comida y sin agua, las muertes se daban de a montones. Pronto, el ególatra príncipe era el único que quedaba. Subiendo los ladrillos él mismo, con sus delicadas manos de noble, haciendo caso omiso de una inclemente lluvia que golpeaba con furia la torre. Subió a la columna más alta de todas. Podía ver el mundo entero desde allí. Gritó a la tormenta "¡Dios, estoy aquí! ¡Mira mi poder! ¡Acéptame como tu igual!". La respuesta de Dios llegó como un rayo fulminante.

martes, 6 de enero de 2009

Two Towers

Una princesa, heredera de un poderoso reino, se hallaba navegando en los mares del sur. Un ambicioso pirata poso sus ojos sobre la opulenta nave real y dijo "Es mía". Después de tomar el barco y asesinar a la tripulación, dividió a las criadas de la princesa entre sus lacayos, reservándose a esta para su uso. Le dio habitación en sus aposentos, en un principio para desvirgarla él mismo, pero pronto la encantadora inocencia de la princesa hizo mella en el aguerrido pero aun joven pirata. Luego de un año de convivencia, ella también comenzó a amarlo. Cuando sus cuerpos y sus mentes comenzaron a empujar para el mismo lado, el pirata decidió navegar por las costas del poderoso reino. Su flota entera fue hundida y la princesa arrebatada de sus manos. Sin embargo, logró escapar con vida.

Años después, con la princesa convertida en reina, ella ordenó construir la torre más alta del mundo. En la cima de la torre colocó un fuego eterno. Un faro que atraería la atención del barco de su primer y único amor. Ella no sabía que en la costa opuesta el pirata, ya retirado, usó la gran fortuna que tenía acumulada para construir la torre más alta del mundo. En la cima de la torre colocó un fuego eterno. Un faro que atraería la atención del poderoso reino de su primer y único amor. Ambos murieron el mismo día, sin saber de la torre de su enamorado. Aún hoy, parados en la cima de cualquiera de las dos torres, incluso en la más oscura noche, no se llega a ver el fulgor de la torre opuesta, solo domina el horizonte el inmenso y oscuro mar.