viernes, 27 de febrero de 2009

Last Night's Dream

Bajamos caminando por el camino que bordea el bosque. Estábamos llevando una ligera conversación de presentación. Yo había llegado al pueblo hace pocos días, y vos te ofreciste a enseñarme el lugar. La melancolía de tus ojos reflejaba la mía, debe ser por eso que acepté seguirte. Estiro mi mano para alcanzar tu hombro, pretendiendo un puente entre dos soledades. Tus pasos avanzan más rápido, evitan que te toque. Entonces, un par de metros al frente, te vuelves hacia mí. Conteniendo la risa, señalas una tenue forma que se alzaba en un claro, a la derecha del camino. Una delgada anciana envuelta en sucios harapos tiritaba entre el pequeño follaje. Su sucio, blanco cabello se mecía adelante y atrás casi rítmicamente, acompañando los movimientos de su cuerpo. Sus facciones ocultas entre las sombras. Tu risa distrae mi observación. "Es la bruja del pueblo ¡Huyamos!", dices alegremente mientras corres con lentitud hacia el bosque que se abría a la izquierda del camino. Un poco perturbado, trato de seguir tus pasos. A pesar de tu aparente velocidad, por cada paso mío vos te alejabas dos. Pronto te pierdo de vista en el oscuro bosque. Cansado de correr, me detengo un momento. Jadeo un poco, apoyándome en mis rodillas, trato de poner en orden mi mente para entender que es lo que está sucediendo. Oigo un ruido justo enfrente de mí, y levanto mi cabeza, esperando verte, ver tu triste, hermosa sonrisa diciéndome que es solo una broma, que soy un tonto por exagerar. No es lo que mis ojos encuentran. Un hombre pálido, grotescamente obeso, se hallaba a unos pocos metros de mí. Grandes manchas de tierra entre sus pliegues, ojos completamente negros sin pupilas, las venas de todo su cuerpo se marcaban groseramente sobre su seca piel. Estaba sostenido por unos oxidados caños y tubos de acero, que reemplazaban sus piernas, dándole una peculiar pose, entre frágil y amenazante. Sus manos formaban pinzas del mismo material. Sus oscuros ojos, fijos sobre mí.
Quise gritar, llamarte, reírme para seguir con la broma. No pude hacerlo.