sábado, 24 de julio de 2010

Smoke

Ella no fumaba. Odiaba el humo del cigarrillo, su olor, pero por sobre todo odiaba que el fálico símbolo, un pene con la cabeza encendida, le recordaba tanto a su padre. Su padre, mientras estuvo vivo, fumaba constantemente. Sus dedos, en especial el índice y el mayor, eran ásperos y amarillentos, como dos dagas de bronce. Su boca se abría para revelar una lengua fétida y aguda, cubierta por unos dientes perlados de oro. Un hedor a nicotina invadía el cuarto en el que se encontrara, y lo seguía a todas partes. Su madre trató, pero no logró conseguir que dejara ese malsano vicio. Además de recordarle que el humo perjudicaría a sus hijas, lo amenazaba con el inminente cáncer que afectaría sus pulmones. La amenaza no llegó a cumplirse. Su padre murió en un triste accidente, al resbalarse del techo de la casa, intentando arreglar la antena de la televisión.

Conoció a un chico. Sus largos dedos enfermos no se parecían a los de su padre. No supo que fumaba hasta varias semanas después de su primer beso. En su cuarto, después del sexo, abrió un cajón de su mesita de luz y sacó un paquete de cigarrillos. Puso uno en su boca y lo encendió, al tiempo que le ofreció uno a ella. "No, no fumo. Y me molesta mucho el humo.", le respondió. Él guardó el paquete, sonrió sarcásticamente y se acercó a su boca. Le preguntó si alguna vez lo había probado. "No. Pero no evita que no me guste." fue su respuesta. Luego le dictó una larga lista de perjuicios que el cigarrillo provocaba en la salud, aprendida durante su infancia con las incontables repeticiones de su madre. Él continuó con su horrible sonrisa, dio una pitada al cigarrillo y, con el espeso humo aún en su boca, la besó. Fue un beso que ella jamás había recibido. El líquido humeante llenó su boca, su garganta y sus pulmones, bajando lentamente por su esófago. Sentía la lengua amarga recorrer la suya, impregnando su sabor en la punta de sus dientes, en cada papila gustativa. Su laringe se contrajo, irritada por el pesado pasar de aquel aire viciado. Sentía que se ahogaba, pero la lengua de él penetró tan dentro de ella que evitó que pudiera toser para liberarse de aquella opresión. Se dejó morir bajo aquel aceitoso placer que manaba de sus labios.

Durante aquella pequeña muerte, ella soñó con ojos. Ojos que la miraban, semiocultos bajo negros párpados. Una humeante boca grisácea besaba sus partes íntimas. Ojos cerrándose. Dagas de bronce cortando terciopelo. Su mano empujando la espalda de su padre desde el techo de la casa. Sangre manchando sabanas. El humo gris y negro de la cremación tapando a su madre, mientras esta tosía. Un cadáver marrón envuelto en sabanas blancas, cuya cabeza comienzan a encender en una hoguera. El espeso humo volviendo rojos a los ojos.

Ella despertó, con un suspiro profundo y ruidoso como el de un bebé recién nacido. Exhaló despacio, sintiendo el humo escapar de su garganta y expandirse en el aire frente a su cara. Lo miró unos segundos en silencio. "No vuelvas a hacer eso". Lo besó en los labios, tomó su cigarrillo y lo apagó sobre la pálida piel de sus piernas.

sábado, 3 de julio de 2010

Death/Guilt

I
matar, eso es lo que buscas
que yo te mate
que vos me mates
acabar con todo pensamiento
ser tu sombra sobre mis agudas sábanas
que extrañes nuestros besos
sus dedos, que antaño surcaban mi piel
yacen muertos sobre la daga
cuya punta sangrante laceró tu corazón
mi corazón
y el de todos los seres que crearíamos
de haber vivido el amor
olvida tus ojos en tu bolsillo
no necesitas ver el camino
hacia donde nos dirigimos

II
Tu amor jamás me importó
solo tu aroma me atraía
sabor de fresas añejas
curadas bajo el sol de la tarde
un aroma que jamás imagine
cada sutil movimiento lo transformaba
del pulcro velo a sucio mar
de cálido viento a espina frutal
ámbar de cristal donde tu alma encierra
los secretos perdidos de tu pasado
quiero ser ese cristal
contenerlo, contenerte
y romperme en pedazos
para dejarte en libertad

III
estatua de sal
que hacia atrás has mirado
nadie te ha culpado
de todo este mal

solo piden que tu sombra
no atormente al necesitado
que jamás ha obrado
con total libertad

los retoños de mañana
murieron bajo tus pies
estatua que en un mes
el suelo de sangre bañas

aflojas las correas
sueltas sus engranajes
el golem tropieza
y en el suelo se detiene