sábado, 21 de mayo de 2011

Saw and Pendulum

Red

Yo siempre te amé. Te amé muchísimo.

¿Te acordás cuando nos conocimos? los dos apostábamos a un amor que el tiempo mostraría como no correspondido. Quise ayudarte, viendo nuestra simpatía mutua. Entonces fue cuando verdaderamente vi tus ojos.

No pude entender mis sentimientos en un primer momento. Tuve que dejar pasar varias olas de celos al verte fallar y seguir intentando para entender que eras vos a quien amaba. Con tu torpeza en las relaciones, yo fui la que tuvo que dar el primer paso para que te percataras de que la felicidad estaba junto a mí.

Fuimos tan felices. No podía alejarme de tu lado. Ni en el colegio, ni al salir de el podía soltar tus frías manos. A veces parecías irritado, distraído por tontos pensamientos. Siempre pensé que sentías lo mismo que yo, que odiabas que hubiese que parpadear y forzar a mis ojos a no verte durante interminables instantes. Que mis pulmones se vieran obligados a expirar, perdiéndome preciosos segundos de sentir tu aroma. Que el aire tardase seis milésimas de segundo en traer a mis odios el sonido de tus pasos juntándose con los míos. En ese momento debí preocuparme mas por consolarte, que a pesar de esas pequeñas e inacabables esperas yo te seguía amando. Pero alguien se aprovecho de esa distracción.

Ella ya te había rechazado. No una, varias veces. Y vos ya habías encontrado la verdadera felicidad junto a mí, así que ella ya había perdido su oportunidad. Pero eso era un pensamiento demasiado complejo para que entrara en su cabeza. A pesar de que sabía que vos eras mi novio ella te miraba, te seguía. Trataba de hablarte, y vos le contestabas fingiendo alegría, seguro para mostrarle lo feliz que eras conmigo. Incluso vi lo que hizo mientras ella pensaba que no los estaba viendo. Lo vi con mis propios ojos. Puso su mano en tu brazo. Osó tocar tu inmaculada piel con las mismas manos con las que rompió tu corazón. Se atrevió a insinuarse ante vos, sin ninguna justificación, sabiendo que vos eras mío. No se lo podía dejar pasar.

La encare en el baño, en un recreo largo. Ella acababa de usar el inodoro, dejando parte de su mierda en el. Estaba maquillándose frente al espejo, mientras yo la espiaba escondida. Antes de que ella pudiese reaccionar, la agarre de su largo pelo negro y choque su cabeza contra la pared. Gritó un poco, pero yo ya venia preparada. Encajé una gran bola de medias viejas, que encontré en la basura, dentro de su pequeña boca. Le golpee la cabeza un par de veces mas para aturdirla mientras sacaba una cinta de embalar y la pegaba sobre su boca. Le di un rodillazo en el estomago, se quebró y cayó. Mientras estaba en el suelo patee y pise sus estúpidamente grandes senos. Levanté su cabeza levemente, solo para que mirara el inmundo inodoro que acababa de usar, y mientras le susurraba al odio lo puta que era la ahogué contra el sanitario.

No, no tenés de que preocuparte. Te dije que era un recreo largo y logre escaparme sin dejar ninguna pista. Estaba bien preparada. Pero el ver como esa puta te mareaba me hizo darme cuenta de un problema. No, yo se que me amas con todo tu corazón, así como yo lo hago. No necesito escuchar tus palabras para saberlo. Lo siento. Siento tu corazón latir por mi, como si lo tuviera frente a mi ahora mismo. Pero tu alma reside en un cuerpo. Un cuerpo de varón. Y el cuerpo de un varón tiene ciertas necesidades que, entiendo, no puedes evitar. Igual, no te preocupes. Llegué a una solución. Solo hace falta deshacernos de tu cuerpo.

Con un seco golpe tu agonía terminó. Ya no tendrás que evitar preocuparme, ni tendrás que estar despierto largas horas para cuidar que me duerma. Ahora te podré ver dormir por siempre. Porque el rojo resplandor del acero me mostró tu corazón, que aun tras la muerte seguía latiendo débilmente por mi. Besé tu corazón, llenando mis labios de tu dulce, deliciosa sangre. Ahora ya no te vas a escapar. Jamás.

viernes, 20 de mayo de 2011

The joy of keeping a secret

Es tan divertido
sostener en la mano la llave huesuda
lista para ser disparada contra
las flores del amanecer

es tan divertido
ver los candados que sostienen
la serpenteante cadena que apaga
tus más sinceros pensamientos

es tan divertido
ver los anillos adherirse a tu piel
cobrar oxido entre las grasas que exuda
convertirse en parte de tu ser

pensamientos deformes
salen de esas cadenas
bailando macabros
para un espectado insistente

es tan divertido
sentir la llave hirviente girar
deshacerse entre pétalos
y dejarte en libertad

tan divertido como
verte desconfiado del camino que se te abre
tanto has besado el suelo
que terminaste amándolo

despego tus cadenas, eslabón a eslabón
disfrutando los jirones de carne y hueso
sangrantes de mil colores
que arranco con ellas

veo los huecos en tu ser
y no puedo mas que divertirme
saboreando con los ojos
todo lo que te falta

cadenas de oro marchitas
que se convirtieron en tu circulación
sangrantes como órganos vitales
devorados por los leones

es tan divertido
convertirme en viento
desaparecer y ver desde el cielo
la sangre correr por las calles

es tan divertido
recordar algo que aprendimos de jóvenes
cuando no soportan la presión
las cosas estallan

es tan, pero tan divertido
sentir el dedo índice erecto y atento
colocarse encima del aterciopelado botón
dispuesto a que al mínimo estímulo
exploten nubes anaranjadas
tan bellas
pero que ningún ojo verá.

sábado, 14 de mayo de 2011

Speed (of reaction)

Mirada

El subte es mi lugar favorito de la ciudad. Anchas arterias bombeando sangrantes ciudadanos del centro a las afueras, de las afueras al centro. Siento a esas sólidas recámaras y pasillos como útero maternal, con su húmedo, espeso aire llenando los pulmones. Nada se compara a viajar en el subte. De pie entre nerviosos desconocidos, con la conciencia de saberse bajo los pies de una ciudad en actividad, el oído anulado en la fricción de los vagones con el resto del mundo, sin ningún cambiante paisaje por el cual dejar escapar la mirada. El subte condensa el placer de viajar a su mínima expresión: el sentirse en movimiento. Nada más perfecto que el verse arrastrado involuntariamente.

Esperaba un tren con mis pies apoyados sobre la línea amarilla que divide el mundo de los hombres y el de los trenes. Balanceaba mi peso entre mis pies, indeciso, dejándome llenar por la locura que me rodeaba. Aunque la llevara dentro, en ese precioso momento todo eso estaba allá, arriba. Apuré el ritmo de mi balanceo, acelerando la decisión. Dónde terminaría mi siguiente viaje. Oigo unos pasos acercándose, al tiempo que la maravillosa música de un motor trotador se abría paso por el túnel. Giro mi cabeza para ver al nuevo espectador, y mis ojos encuentran a una mujer parada a unos metros de distancia. Vestida de forma simple y apagada, se sacaba presurosa la bufanda con las mismas manos que agarraban un celular nerviosamente. Los faroles del incipiente tren se adivinaba en las paredes cuando mi mirada se cruzó con la de ella. El impacto del tren que se acercaba hubiera sido imperceptible. Una luz me hablaba desde el fondo de aquellos ojos, cantando con una amable voz, como diciéndome, con sus uñas mal pintadas, con sus hombros desparejos, con las marcas en su rostro, con el arrollo que susurraba en el fondo de sus ojos, que ella era como yo. Que ella podría entender por qué tomo las decisiones, por qué me refugio bajo tierra, por qué escapo de una vida civilizada allá arriba, por qué me escondo de sus miradas como un feto temeroso de la aguja, por qué elijo dejarme llevar entre la oscuridad, viajando sin viajar, girando eternamente bajo las sombras, en las entrañas de la tierra. Quise saltar, saltar hacia aquellos ojos, que silenciosamente buscaban, como los míos, una mirada en la cual reflejarse, en la cual verse como un igual. Dejar de mirar hacia arriba, y solo mirar al frente, donde todo lo posible se abría como manantial.
Pero el tren llegó, y todo eso terminó.

jueves, 5 de mayo de 2011

Crystal

¿A que le tienes miedo?
te temo a ti
a lo que puedas ser
a lo que te separa de mí

a que nunca voy a poder ser tuyo
para enseñarte lo que soy
para mostrarte lo que pienso
para que seamos uno

el vidrio que nos separa
tan frío, tan transparente
que simula ser el fino aire
que separa nuestros labios al hablar

en el centro de una cárcel de cristal
lanzamos súbitos rayos lumíneos
pausados, intermitentes
para comunicarnos

¿puedes ver la luz?
¿puedes ver su fuente?
soles fríos tras lo invisible
miradas que no se cruzarán