domingo, 25 de septiembre de 2011

I like to see the boats crash

Es tan divertido
ver las impetuosas lanzas chocar
que las puntas se amen
en medio segundo
para astillarse,
ver todas esas grietas huecas
hermosas como el paisaje
de las venas que hay en el revés
de las hojas de tu diario íntimo
que sangra y sangra las frases
que nunca nos dijimos al oído
y que solo unos ojos susurrantes
tocarán, para darles un correcto
pero carenciado entierro.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Ink Drops

Las gotas espesas
que exudan mis dedos
¿Serán la miel que degustan
las papilas de la muerte?
¿Serán la sangre que tiñe
la mirada de la bestia?
¿Serán la lágrima que muere
molesta contra el fondo
de una olla boca abajo
en un fregadero mohoso?
¿Será el cristal que
se arroja al vacío
con la esperanza de que
al final de la caída
no lo encuentre
el estallido?

viernes, 23 de septiembre de 2011

Cries from the well

No

No escuches las piedras en el pozo
solo son ilusos sonidos
fuegos fautos vibrando en el aire
atrayéndote, encantándote hacia
la negra luz del fondo
abierta como hueco de conejo
infinita como el anillo de plata
sale la armonía como un brazo
del borde escamoso, manipulando
las cuerdas de los vientos que
empujan las espaldas de los hombres
llamando sin descanso a, que se yo,
quizás una tapa de madera rancia,
una redonda escultura natural
o tal vez a la daga de hueso
presta a fundirse en lo oscuro
para que de la nada
surja el todo
de tus ojos.


Because

Negra hojalata que cubre tus órganos
cruje triste bajo mis manos
abrazarte será como aplastar
una lata de sardinas
y que las tripas de tus sentimientos
ensucien mi pulcro vestido de flores
empapada en el aceite que
fluye en tus engranajes me siento
asquerosa, horrible
dispuesta a morir en una foto
no me embebas en formol
quiero ser breve y mortal
para que solo mi recuerdo
te alcance en las noches
mi cuerpo estéril
no lo quiere nadie.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Rare

Otra tarea de teatro. Esta vez, escribir un monólogo usando ciertos datos que quizás otro día transcriba aquí.


Raro

No puedo entender por qué van tan rápido. No importa cuanto vayas a correr, el tiempo no va ir más rápido. Esas chicas, yo las veo todo el tiempo apuradas, corriendo de un lado para el otro. Siempre arregladas, espléndidas estatuas, sin tiempo para nadie, ni para ellas mismas. Esas boquitas imperturbables, la nariz como oliendo mierda, esos lentes donde esconden la mirada que solo ellas saben a dónde apunta. Tratando a todos de mala manera, porque su tiempo es demasiado precioso como para perderlo con personas. A veces me gustaría, no se, atarlas a un poste, obligarlas a estarse quietas durante diez minutos, dos horas, cuatro días. A ver si en una de esas llegan a entender que somos burros tirando de la carreta, que la zanahoria siempre va a estar a la misma distancia. Si llegamos a ella o no es algo que depende del destino, no de nuestro apuro. Correr, correr tanto es a fin de cuentas tan inútil como matarse. Un momento, quiero que nos entendamos. No quiero decir que no haya que moverse. Claro que no. Quedarse quieto es regalarse a los brazos de la muerte. Lo único que digo es que no hay que ir tan rápido, no hay ningún apuro, nadie está corriéndonos. ¿Determinación? Hay que tenerla, ¿Perseverancia? Hay que tenerla. Pero esto no implica que haya que correr. Es preferible construir ladrillo por ladrillo, asegurándonos que cada pieza esté en su lugar correcto antes de pasar a la siguiente.

Porque en ellas, la prisa no las lleva a la simplicidad. Si fuera así, yo no tendría ningún problema, ninguna queja. Pero toda esa velocidad a lo único que las conduce es a la redundancia, a la repetición, a complicarse al reverendo pedo. Porque una cosa es ser complejo, y otra muy diferente es ser complicado. Soy un acérrimo enemigo de lo complicado. Cuando les preguntas qué les gustaría comer, es como si te arrojaran una lluvia de palabras. Se les viene a la cabeza, en medio segundo, todos los antojos de la semana, la última propaganda que vieron, los recuerdos de deseos insatisfechos. Y entonces, después de evaluar en 3 segundos todas las opciones de su vida, terminan diciendo “No se. Elegí vos.”. Por eso hay que ser simple, conciso. Si me preguntaran qué me gustaría comer, respondería: Unos nachos con cheddar, maní y cerveza, seguidos de sorrentinos con salsa rosa, y de postre, una porción de lemon pie y una de chocotorta. Es lo que siempre elegiría, incluso en mi última cena. Simple. Concreto. No necesito hacer una tesis para decir qué es lo que me gusta. Pero ellas, si. Corriendo por ahí con su ovillo de vigas a cuestas. Cuando se topan con algo simple, es como si se estrellarán contra una pared, porque no hay vueltas. Las cosas son así, y punto. La única visión correcta es la mirada torcida que ellas tienen. Y eso es lo que me resulta más raro. Con tanto apuro, las cosas deberían ser simples, pero no lo son. Que yo tenga esta paciencia les resulta raro, o quizás, piensen que lo raro es que yo vea raro su forma de actuar. Pero las entiendo. Puedo entender por qué no pueden esperar. Lo raro es que no vean lo simple que son las cosas. Lo raro es que todavía no entiendan que para hacer las cosas bien hay que saber esperar. Y yo sé esperar. No me importa que todos corran a mi alrededor, yo la voy a seguir esperando. Porque sé que ella va a volver. Tiene que volver. Es su destino, y yo hice tanto por ella, la estuve esperando tanto, que su destino es volver conmigo. Por eso voy a seguir esperando. Ella va a volver. Tarde o temprano. Ella va a volver. ¿Verdad?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Last Night's Dream (II)

Huíamos. Estas situaciones siempre abren la puerta al escape, una puerta llena de carteles luminosos y alfombras de suave pisada, a las cuales difícilmente nos resistimos. Huíamos como no se hace en la realidad. No sabía si lo ficticio era la huida, de quién huíamos o la ciudad torcida que nos rodeaba. Pero tomé tu mano, acelerando mi paso, dejando que tus alocados rulos me guiaran hacia el mañana. Algo del tacto de tu piel, de tu olor a ropa recién lavada me refugiaba, como la casa donde viví por mas de 20 años subida a dos cortos zancos y corriendo entre los autos, envuelta en una bufanda azulada con aroma a aceite, vainilla y asfalto húmedo. Corriendo toda la noche, decidimos refugiarnos en un banco. No un banco de plaza, no un banco de arena. En el templo del sistema decidimos guarecernos, anclar y tomar impulso para seguir huyendo. No había caras que nos juzgaran, solo nosotros y el frío mármol que mantenía en su interior el recuerdo de los esclavos. Miré tus ojos que se abrían hacia la nada de nuestro futuro. No había nada que preguntar. Allá afuera, una ligera noche se apoderaba de la ciudad, las sombras despertando a los pequeños placeres anaranjados. Gente cenando sus ricas cenas, gente saliendo a olvidarse de si misma, gente conociéndose para ayudar y ayudarse. Quizás, siendo felices en el proceso. Había alguien más con nosotros. Una arruinada madre con uno o dos niños pequeños, silenciosos. Escondida como nosotros en el silencio del templo, su cara solo era capaz de reflejar su miseria. Tus ojos titilaron. Te acercaste a ella con dulzura y le entregaste un pan, el último combustible de nuestro escape. Ustedes lo necesitan más que nosotros, le dijiste a la madre mientras despertabas con tu mano las mejillas de los niños. Lloré, lloré enterrado en mí mismo. No se cómo hacer para que sientas lo mismo que yo. Cómo hacer para que entiendas lo que siento cuando me mirás. Me enterré en tu piel y quise seguir descendiendo, descendiendo hasta lo más profundo de tu ser. Llegar allí y desprenderme de todo, morir y reencarnar en tu alma. Así quizás, solo quizás, lo habría hecho bien.

Hunger

No llores, mi querida
ya vendrán las lluvias a calmarte
llorarán su vaga neblina de sueños
para callar los gritos de la tierra
entre las grietas
vas trepando, alambre de púas
seco, rasgando la seda
clamando por la miel
estás retorcida como intestino
viajando a contramano
aprende de la paciencia, hoja arisca
las agujas señalaran algún día la luna
y aunque nunca lleguen a tu cabeza
tendrás al húmedo rocío
besándote de la yugular al corazón
disfruta del final.