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jueves, 2 de febrero de 2012

Shore

"Mi primer recuerdo es un sueño, y ese sueño era un sueño lúcido. Quizás tuve algún otro sueño antes, pero no lo se con seguridad. Estaba en la playa, en un mediodía borroso y nublado. El viento corría fuerte y me llenaba la cara de sal. A lo lejos veía a mi papá, pero solo distinguía su silueta. Empecé a armar una escultura con arena, seguramente imitando la silueta, cuando siento la humedad del mar en mis manos, el detalle de la textura de la arena empapada, el sutil frescor del aire anunciando la claridad de la plena conciencia. Me puse de pie con lentitud, examinando mi precaria obra. Miré de nuevo la silueta y decidí ir a buscarlo. El tiempo en el sueño transcurre de forma extraña, pero creo que caminé durante una hora hasta alcanzarlo. Me dejé caer cerca de sus pies y empecé a cubrirlos con la arena mojada, golpeándola con firmeza para que quedara lo más sólida posible. Quizás, si cubría lo suficiente, él no se iría."

viernes, 21 de agosto de 2009

Forest

"Hoy me aventuré en el bosque. Sola, ya que nadie me acompañaba. Montones de hojas ocultaban de a intervalos al suave sol que iluminaba el día. Caminando por el claroscuro, me alejé bastante de la estación del autobús. Cada tanto pensaba que no quería volver. Que sería hermoso vivir en este solitario bosque, donde no hay nadie en kilómetros, donde nadie puede decirme nada. Donde puedo llorar y llorar sin que nadie me moleste.
Llegué a una ruta, que atravesaba el bosque. Unas nubes grises ocultaron el sol mientras me acercaba para mirar. Había un cadáver tirado en la ruta. Su hedor me recordaba a la carne cuando se hecha a perder. Marcas de llantas cubrían su pecho y tenía la cabeza aplastada. Seguro un auto lo había pisado. Algunas moscas revoloteaban sobre el cadáver. Me acerqué a mirar. Sus horribles ojos muertos estaban fijos en mí. Un cuchillo tirado cerca de su mano. Varios agujeros en su vientre. Miré el gris color de la piel de su cara. Los gusanos que oscilaban en los orificios de su nariz. Las cáscaras de sangre seca que adornaban sus pupilas. Con un bocinazo, un auto pasa a toda velocidad por el otro carril. Del susto, caí de espaldas al suelo. El cadáver seguía mirándome. El fuerte viento que se levantaba traía a mis oídos las palabras del muerto. Por qué estás viva y yo no. Si no la aprovechás para tu felicidad, por qué no me la regalás. Yo no tengo la suerte de haber muerto, vos tenes la suerte de estar viva. Le grité al cadáver que odiaba estar viva. Que él podía descansar mientras yo sufría. El muerto parpadeó, una, dos veces, y luego me pidió que lo acompañara. Vos sabés que hacer, dijo con su voz prestada. Tomé el cuchillo, y volví con prisa a mi casa. El olor a carne podrida todavía me atormentaba."