domingo, 25 de diciembre de 2011

Still

En mi habitación todo está quieto
Inmóviles formas que protegen mi sueño
no quiero que nada las traspase
allá afuera, bajo el ojo de Dios
las cosas se mueven nerviosas
patas de insecto surgen de sus bordes
que les ayudan a avanzar arrastrándose
todas quieren escarbar, introducirse forzosamente
bajo mi piel, en las cuencas de mis ojos
entre mis uñas, dentro de mi cráneo
y plantar los huevos parásitos
que alimentará mi sangre
por eso no pienso abrir la puerta
quiero el aire puro como agua de pozo
todo quieto, todo quieto, todo quieto
solo la ventana sobre mi cama
ilumina este espacio silencioso
regalándome la ominosa visión
de un cielo tan azul, tan cambiante.

martes, 15 de noviembre de 2011

Steps in a quiet night

Corre, corre
con los ojos ciegos de tanto correr
la ruta la marca la sangre
que seca se olvidó de fluir
de sus oídos canta música
que es tonto telón de su realidad
notas que transmutan colores
escondidos en los pliegues de la ciudad
pero otra voz surge de las hierbas
de los bronces enredados
es el grito del pasado
con la voz abovedada que te mira desde adentro
abriendo el espacio
para que en tu conciencia aparezca
un lugar para respirar
una flor nace en su centro
reflejando los colores del crepúsculo
pintado en las galerías
la flor que escribe en sus pétalos
el camino etéreo
que mira la sangre.

domingo, 6 de noviembre de 2011

To want

Hay días en que me suicidio pensando
“¿Pero qué es lo que querés?”
trato de deformar mi cuerpo
en los moldes de plástico que encuentro
quizás querés a alguien divertido
un globo de aire caliente que te lleve
sobre playas ondulantes con arenas de seda
que apague su llama a tu voluntad
para caer cálido sobre tu cabeza
quizás querés a alguien inteligente
una mirada que pueda atravesarte
ver cada remache en cada arista
y darte el plano arquitectónico de tu conciencia
como una profunda carta de amor
quizás querés a alguien poderoso
unos pies para los cuales las piedras
vencen la gravedad, abriéndole pasos
sobre las grietas del cemento,
la mano ferrosa que te da de comer
quizás querés a alguien bueno
un perro de cielo que arrastre tus nubes
quizás querés a alguien malo
la serpiente susurrante, camuflada en tu yugular
quizás querés al cielo
quizás querés un pozo
quizás querés un espejo
quizás querés una manta
quizás querés una reja
pero la respuesta más simple
escondida a plena vista,
era, finalmente, la correcta
tus ojos me dicen, “No me querés”.

lunes, 31 de octubre de 2011

Nobody cares/Sobre la libertad

Tarea final de una especie de taller de 'creatividad'. Sin embargo, la consigna decía que había que escribir un manifiesto con respecto a la actuación y lo que aprendimos durante el taller. No le hice mucho caso.
Reviviendo un tag que no uso hace dos años.


A nadie le importa

“A nadie le importa”. Es un pensamiento muy deprimente. Es algo que no nos queremos ni imaginar como verdad, una frase de la que huimos constantemente. ¿Acaso podríamos seguir viviendo pensando, teniendo la vaga certeza de que lo que hacemos no le importa a nadie, no afecta la vida de ninguna otra persona? Todo lo que hacemos lo hacemos para los demás. Comer las verduras, sacar buenas notas en el colegio, portarse bien para contentar a los papis y las mamis. Ser agradable, canchero, copado, interesante, dispuesto y buen compañero para que nuestros amigos sigan a nuestro lado. Ser buen amante, atento, amoroso, lo suficientemente libre pero lo suficientemente dependiente, confiable, estar siempre, ser perfecto para que nuestra pareja no nos deje. Ser responsable, seguro, fuerte y sensible a la vez, tener todas las respuestas para que nuestros hijos estén bien, para educarlos bien, que triunfen por sobre los demás, para que la sociedad toda pueda verlos y decir “que buenos hijos que criaron”. y nos regalen sonrisas y felicitaciones. Triunfar, ser original, creativo, poder expresar cosas que nadie más contó, concebir ideas que cambien el curso de la historia, tener mucho dinero, viajar por todas partes, ser cosmopolita, culto pero no snob, para impresionar a la sociedad, que nos recuerden y conseguir una precaria inmortalidad en la imaginación de algún desconocido. Todo, todo lo que hacemos es para los demás. Nuestra vida entregada a los demás. ¿Cómo podríamos pensar que no les importa? Pero es la verdad, cruda y triste. Ese amigo que escucha tus problemas, es puramente circunstancial. Le gusta escuchar, y si vos no estuvieras escucharía la radio. Tu pareja no te ama. Está a tu lado porque era lo más fácil, lo más a su alcance que tenía. No le interesan tus proyectos, ni tus secretos, ni tu historia. Y aunque se lo cuentes mil veces, no va a entender lo que sentiste cuando escuchaste ese tema por primera vez. Hay que aceptar la realidad. “A nadie le importa”. Repitamos, “A nadie le importa”. Nos conocemos a nosotros mismos. Sabemos todas nuestras miserias, y también sabemos que nuestro principal (sino único) interés es resolver nuestras dificultades, pasarla bien, ser felices. Y después, si queda tiempo, preocuparse por lo que le pase a los demás. No hay ninguna razón para pensar que no sucede exactamente lo mismo para todas las personas. Cientos, miles, millones de espaldas dobladas, ojos clavados en los ombligos. Repitamos una vez más, “A nadie le importa”. Esa es nuestra verdad. Ahora bien, esta verdad no es para nada triste. Esa fea sensación es solo una débil apariencia, la cáscara que recubre un valioso interior. Si logramos atravesar esa capa (vamos, no cuesta tanto), vamos a llegar al verdadero significado de la frase. “A nadie le importa”, hagas lo que hagas, nadie se va a fijar en eso. Nadie te va a juzgar, nadie te va a mirar. Sos invisible ante todas las miradas. Sos libre. Absolutamente libre para hacer lo que quieras, todo lo que quieras, cuanto y como quieras. Sos invisible, intangible, nadie puede verte ni detenerte. Podés vestirte con un enterizo rojo furioso y desfilar por la calle repartiendo preservativos, y a nadie le importa. Podés abandonarte en una plaza cualquiera hasta morir de hambre, y a nadie le importa. Podés estudiar y graduarte con honores, y a nadie le importa. Podés conseguir un empleo mediocre, ganar lo mínimo y vivir lleno de placeres pequeños, y a nadie le importa. Solo a vos. Sos libre para elegir lo que quieras hacer, de la manera que lo quieras hacer. Podés caminar por la ruta o en medio del barro, seguir los planes o cagarte en todo, comer con cubiertos o con la mano, hacer lo que te venga en gana, incendiar bancos con bombas molotov o seguir al pie de la letra todas y cada una de las leyes de la sociedad. Sos libre, ahora y siempre, para hacer todo, sin que nadie te pueda detener. Lo único necesario, el único requisito, es tener determinación. Una determinación como una espada de acero irrompible. Una espada con la que cortar los árboles y construir tu casa. Una espada con la que cavar la tierra y sembrar tu campo. Una espada con la cual penetrar las más duras rocas sin el menor esfuerzo. Una espada con la cual cortar a los demás, cortarte a vos mismo, cortar lo que sea, porque el ojo de Dios, el gran ojo del cielo que todo lo ve, está ciego. Y si querés, podés apuñalar ese ojo hasta que bañe de sangre toda la tierra. Esa poderosa determinación está forjada por los deseos de uno, por el conocimiento de lo que uno quiere sinceramente, y es eso lo que le da esa fuerza imparable. Cómo discernir los deseos de uno, cómo convivir en un mundo lleno de espadachines violentos, cómo es la manera correcta de usar la espada, todos estos son asuntos que necesitan resolverse para poder llegar a esa verdadera libertad. Pero, para ser sinceros, no son tema de este manifiesto. Porque, no lo olvidemos, “A nadie le importa”.

jueves, 13 de octubre de 2011

My Snowflake

Como tu niño es niño de nieve
con tus manos no lo puedes tocar
en cuanto tu áspera piel
toque su suave escarcha
en agua clara se va a tornar

tu niño es niño de nieve
y muerto de frío se va a quedar
esperando entre llanos sin viento
y valles ahogados de lianas
una lágrima evita el suelo
caída del ojo que no vas a besar

como tu niño es niño de cristal
con tus manos no lo puedes tocar
invisible en su pureza, el aire
disfraza su locación
tanto teme al sol, que la sombra
cubrió tus ojos de sal

tu niño es niño de cristal
incluso respirando lo puedes volcar
tan frágil y temeroso está
que hasta tu dura mirada lo puede
quebrar

tu niño es niño que espera
invisible, entre las llamas
con tu mente lo puedes auscultar
bordear, moldear, subrayar
solo en esta posible distancia
ambos pueden convivir
cuando se extinga tu templanza
tu niño de nieve se va a morir.

jueves, 6 de octubre de 2011

Clear

Suaves ondas se desprenden de tus ojos
pequeñas miradas que regalas al mundo
si supieras cuan valiosas son
quizas no estarías desperdiciandolas
como lo haces ahora, sino
aun más, inundando la ciudad
del calor de tus ojos
ahogando en la espesura
las hiedras amarillas
que abrazan a los motores
tus ojos preguntan y responden
dan vida o dan perdon
pero temo que nunca
encuentren un espejo fatal
que se atreva a devolver
el llamado de Dios.

Lo invisible se tiñe solo
para ser alcanzado por tus ojos
como si la misma muerte
hubiera decidido prestarte
sus negras cuencas para que
el mundo le temiera a tu bondad
ojos de sal, ojos que todo lo dan
regalame solo una mirada más
y prometeme que será la última
porque si la muerte te regaló
su vista, también te dio
sus manos huesudas
las que solo pueden tocar
la suave escarcha.

lunes, 3 de octubre de 2011

Words

Tenemos siete minutos
y solo sabemos quejarnos
las palabras se nos vienen encima
corren en los pasillos, rompiendo los cuadros
apuran el paso al llegar a la puerta del trono
jocosas, borrachas, con lanzas puntiagudas
quieren cruzar la última puerta que las separa
del festín de miel que cae de la luna
pero imposible cruzar el umbral
teniendo en la mano sus armas
palos muy largos para dañar más lejos
ahora impiden llegar a la meta
ninguna de ellas se atreve a quedar indefensa
y regalar su espalda al acero de sus hermanas
amorosas rivales que no dudarán
en regalar una muerte veloz
a quien crean equivocado
tres minutos, y la puerta se cierra
llueven los fierros desde la entrada
la luz tenue rebota en ellos
y cae dolorosa al suelo
pastizal de rayos que encuadra
el cuarto vacío para la reina
que duerme entre las armas

domingo, 25 de septiembre de 2011

I like to see the boats crash

Es tan divertido
ver las impetuosas lanzas chocar
que las puntas se amen
en medio segundo
para astillarse,
ver todas esas grietas huecas
hermosas como el paisaje
de las venas que hay en el revés
de las hojas de tu diario íntimo
que sangra y sangra las frases
que nunca nos dijimos al oído
y que solo unos ojos susurrantes
tocarán, para darles un correcto
pero carenciado entierro.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Ink Drops

Las gotas espesas
que exudan mis dedos
¿Serán la miel que degustan
las papilas de la muerte?
¿Serán la sangre que tiñe
la mirada de la bestia?
¿Serán la lágrima que muere
molesta contra el fondo
de una olla boca abajo
en un fregadero mohoso?
¿Será el cristal que
se arroja al vacío
con la esperanza de que
al final de la caída
no lo encuentre
el estallido?

viernes, 23 de septiembre de 2011

Cries from the well

No

No escuches las piedras en el pozo
solo son ilusos sonidos
fuegos fautos vibrando en el aire
atrayéndote, encantándote hacia
la negra luz del fondo
abierta como hueco de conejo
infinita como el anillo de plata
sale la armonía como un brazo
del borde escamoso, manipulando
las cuerdas de los vientos que
empujan las espaldas de los hombres
llamando sin descanso a, que se yo,
quizás una tapa de madera rancia,
una redonda escultura natural
o tal vez a la daga de hueso
presta a fundirse en lo oscuro
para que de la nada
surja el todo
de tus ojos.


Because

Negra hojalata que cubre tus órganos
cruje triste bajo mis manos
abrazarte será como aplastar
una lata de sardinas
y que las tripas de tus sentimientos
ensucien mi pulcro vestido de flores
empapada en el aceite que
fluye en tus engranajes me siento
asquerosa, horrible
dispuesta a morir en una foto
no me embebas en formol
quiero ser breve y mortal
para que solo mi recuerdo
te alcance en las noches
mi cuerpo estéril
no lo quiere nadie.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Rare

Otra tarea de teatro. Esta vez, escribir un monólogo usando ciertos datos que quizás otro día transcriba aquí.


Raro

No puedo entender por qué van tan rápido. No importa cuanto vayas a correr, el tiempo no va ir más rápido. Esas chicas, yo las veo todo el tiempo apuradas, corriendo de un lado para el otro. Siempre arregladas, espléndidas estatuas, sin tiempo para nadie, ni para ellas mismas. Esas boquitas imperturbables, la nariz como oliendo mierda, esos lentes donde esconden la mirada que solo ellas saben a dónde apunta. Tratando a todos de mala manera, porque su tiempo es demasiado precioso como para perderlo con personas. A veces me gustaría, no se, atarlas a un poste, obligarlas a estarse quietas durante diez minutos, dos horas, cuatro días. A ver si en una de esas llegan a entender que somos burros tirando de la carreta, que la zanahoria siempre va a estar a la misma distancia. Si llegamos a ella o no es algo que depende del destino, no de nuestro apuro. Correr, correr tanto es a fin de cuentas tan inútil como matarse. Un momento, quiero que nos entendamos. No quiero decir que no haya que moverse. Claro que no. Quedarse quieto es regalarse a los brazos de la muerte. Lo único que digo es que no hay que ir tan rápido, no hay ningún apuro, nadie está corriéndonos. ¿Determinación? Hay que tenerla, ¿Perseverancia? Hay que tenerla. Pero esto no implica que haya que correr. Es preferible construir ladrillo por ladrillo, asegurándonos que cada pieza esté en su lugar correcto antes de pasar a la siguiente.

Porque en ellas, la prisa no las lleva a la simplicidad. Si fuera así, yo no tendría ningún problema, ninguna queja. Pero toda esa velocidad a lo único que las conduce es a la redundancia, a la repetición, a complicarse al reverendo pedo. Porque una cosa es ser complejo, y otra muy diferente es ser complicado. Soy un acérrimo enemigo de lo complicado. Cuando les preguntas qué les gustaría comer, es como si te arrojaran una lluvia de palabras. Se les viene a la cabeza, en medio segundo, todos los antojos de la semana, la última propaganda que vieron, los recuerdos de deseos insatisfechos. Y entonces, después de evaluar en 3 segundos todas las opciones de su vida, terminan diciendo “No se. Elegí vos.”. Por eso hay que ser simple, conciso. Si me preguntaran qué me gustaría comer, respondería: Unos nachos con cheddar, maní y cerveza, seguidos de sorrentinos con salsa rosa, y de postre, una porción de lemon pie y una de chocotorta. Es lo que siempre elegiría, incluso en mi última cena. Simple. Concreto. No necesito hacer una tesis para decir qué es lo que me gusta. Pero ellas, si. Corriendo por ahí con su ovillo de vigas a cuestas. Cuando se topan con algo simple, es como si se estrellarán contra una pared, porque no hay vueltas. Las cosas son así, y punto. La única visión correcta es la mirada torcida que ellas tienen. Y eso es lo que me resulta más raro. Con tanto apuro, las cosas deberían ser simples, pero no lo son. Que yo tenga esta paciencia les resulta raro, o quizás, piensen que lo raro es que yo vea raro su forma de actuar. Pero las entiendo. Puedo entender por qué no pueden esperar. Lo raro es que no vean lo simple que son las cosas. Lo raro es que todavía no entiendan que para hacer las cosas bien hay que saber esperar. Y yo sé esperar. No me importa que todos corran a mi alrededor, yo la voy a seguir esperando. Porque sé que ella va a volver. Tiene que volver. Es su destino, y yo hice tanto por ella, la estuve esperando tanto, que su destino es volver conmigo. Por eso voy a seguir esperando. Ella va a volver. Tarde o temprano. Ella va a volver. ¿Verdad?

lunes, 5 de septiembre de 2011

Last Night's Dream (II)

Huíamos. Estas situaciones siempre abren la puerta al escape, una puerta llena de carteles luminosos y alfombras de suave pisada, a las cuales difícilmente nos resistimos. Huíamos como no se hace en la realidad. No sabía si lo ficticio era la huida, de quién huíamos o la ciudad torcida que nos rodeaba. Pero tomé tu mano, acelerando mi paso, dejando que tus alocados rulos me guiaran hacia el mañana. Algo del tacto de tu piel, de tu olor a ropa recién lavada me refugiaba, como la casa donde viví por mas de 20 años subida a dos cortos zancos y corriendo entre los autos, envuelta en una bufanda azulada con aroma a aceite, vainilla y asfalto húmedo. Corriendo toda la noche, decidimos refugiarnos en un banco. No un banco de plaza, no un banco de arena. En el templo del sistema decidimos guarecernos, anclar y tomar impulso para seguir huyendo. No había caras que nos juzgaran, solo nosotros y el frío mármol que mantenía en su interior el recuerdo de los esclavos. Miré tus ojos que se abrían hacia la nada de nuestro futuro. No había nada que preguntar. Allá afuera, una ligera noche se apoderaba de la ciudad, las sombras despertando a los pequeños placeres anaranjados. Gente cenando sus ricas cenas, gente saliendo a olvidarse de si misma, gente conociéndose para ayudar y ayudarse. Quizás, siendo felices en el proceso. Había alguien más con nosotros. Una arruinada madre con uno o dos niños pequeños, silenciosos. Escondida como nosotros en el silencio del templo, su cara solo era capaz de reflejar su miseria. Tus ojos titilaron. Te acercaste a ella con dulzura y le entregaste un pan, el último combustible de nuestro escape. Ustedes lo necesitan más que nosotros, le dijiste a la madre mientras despertabas con tu mano las mejillas de los niños. Lloré, lloré enterrado en mí mismo. No se cómo hacer para que sientas lo mismo que yo. Cómo hacer para que entiendas lo que siento cuando me mirás. Me enterré en tu piel y quise seguir descendiendo, descendiendo hasta lo más profundo de tu ser. Llegar allí y desprenderme de todo, morir y reencarnar en tu alma. Así quizás, solo quizás, lo habría hecho bien.

Hunger

No llores, mi querida
ya vendrán las lluvias a calmarte
llorarán su vaga neblina de sueños
para callar los gritos de la tierra
entre las grietas
vas trepando, alambre de púas
seco, rasgando la seda
clamando por la miel
estás retorcida como intestino
viajando a contramano
aprende de la paciencia, hoja arisca
las agujas señalaran algún día la luna
y aunque nunca lleguen a tu cabeza
tendrás al húmedo rocío
besándote de la yugular al corazón
disfruta del final.

domingo, 28 de agosto de 2011

Goodbye

Cerramos los ojos al despedirnos
para que el otro desaparezca completamente
solo así podemos creer que en la vida
hay algo que tenga final

la vida es experta en seguir
aferrarse al tiempo como mancha insistente
encogerse y diluirse para seguir clavada
en cada una de las puntas de su tela

cuando nos decimos adiós
sufro porque sé de tu ausencia
porque no decidís quedarte conmigo
porque el mundo se empeña en separarnos

tu existencia, atrapada en tu perfume
me sigue arrastrándose como una cuerda
que me ata a tu presencia corpórea
sin dejarme respirar

decirte adiós es volver
salir del exterior, cerrarme en el pasado
miradas de cristal que forma tu recuerdo
enterrado, alterado, desahuciado

es la muerte la que entrega un final
un corte limpio, un corte seguro
solo duele la esperanza de que la vida siga
porque después del final ya no queda nada
que desear.

sábado, 20 de agosto de 2011

Eve

Otra tarea de teatro. Quizas haya quedado un tanto cliche, pero agradezco que estos muchachos/as me den tanto material de inspiración (o como se diga hoy en día).

Vale aclarar, el final será cambiado en un futuro posiblemente cercano. Posiblemente, el quiebre del muchacho sea un tanto más realista.


Eve (Dos Personas)


Dos personas, un hombre y una mujer, sentados en la oscuridad de la estación Corrientes de la línea H de subtes. Él tiene unos diez años más que ella. Ambos están sentados, junto a la pobre luz que da un celular. El silencio domina la escena. Algo en la actitud de los dos denota que se encuentran en esta situación desde hace largo tiempo.
Él toma el celular con firmeza. Marca el número de su esposa y camina de un lado al otro del escenario, desesperado.
Ella: ¿Podes dejar ese celular en paz? ¡No vas a conseguir comunicarte con nadie! ¿No te das cuenta de que no queda nadie allá arriba? (Él la ignora) ¿Me estás escuchando? Por más que te duela, solo quedamos nosotros dos. (Se levanta y lo enfrenta) ¿Podes dejar ese celular, por dios? ¡Lo único que falta es que encima le termines la batería al pedo!
Él: ¿Si no hay nadie arriba, para qué querés el celular?
Ella: Le tengo miedo a la oscuridad. (Él deja el celular en el suelo. Vuelven a sentarse juntos) Ni siquiera me gusta ese celular, ¿Sabes? De hecho, lo odio. Me lo regaló mi novio… bah, debería decir mi ex-novio… (Le sonríe, cómplice. Él ignora por completo la broma) Le puso un ringtone horrible. Yo no lo entiendo, apenas sé llamar y mandar mensajes. (Se recuesta sobre el hombro de él, recordando) Igual, no es como si tuviese a alguien a quien llamar. Solo lo tenía a él. Éramos novios desde chicos, ¿Sabes? Siempre la pasábamos juntos.
Él: No me interesa que me cuentes tu vida.
Ella: ¡Ay, que mala onda! No deberías tratar así a tu Eva. (Él no le contesta) ¡Ja, ja! ¿Te imaginas si en verdad somos las únicas dos personas que quedan en el mundo? Imagino que eso te deprimiría. Como si fuese difícil adivinarlo, todo te deprime.
Él: ¿Te podés callar un poco?
Ella: ¿Qué, tenés algo más importante para hacer? (En respuesta, él agarra el celular y comienza a marcar un número. Ella lo detiene, presurosa) ¡No, no, no, no! ¡Perdón, perdón! No quise decir eso, perdoname, pero dejá ya ese celular, por favor.
Él: ¿Tanto miedo le tenés a la oscuridad?
Ella: Si. ¿Acaso vos no le tenés miedo a nada?
Él: (Perdido en sus pensamientos) No… ya no. ¿A qué le puedo temer ahora? Todo lo peor que podría haber pasado, pasó. Mariana… Gabriel… Jimena… Natalia… ¿Por qué…?
Ella: ¿Son tu familia?
Él: Eran mi familia. Ahora… son solo recuerdos.
Ella: No lo sabía… eh… (Se acerca a él e intenta abrazarlo) si necesitás llorar, yo puedo…
Él: ¡No me toques! ¡Dejame en paz! ¡Dejame en paz! (Su voz se va apagando a la vez que ella lo abraza, conteniéndolo, como una enfermera a un niño internado) Lo que pasa es que los extraño. Los extraño demasiado. Yo… no merezco haber sobrevivido. No, qué digo, sí lo merezco. Ellos ahora están durmiendo, descansando… mientras yo quedé acá sufriendo, solo…
Ella: Tranquilo, tranquilo. Ya está, ya pasó. (Silencio) Esta Mariana, Natalia… ¿Eran tus hermanas?
Él: Mariana era mi mujer. La mejor mujer que había sobre la tierra. Era tan buena, tan comprensiva. Nunca pude hacer nada para devolverle todo lo que me dio. Nada le daba miedo. Si ella estuviera acá, ahora mismo, no se quedaría como yo, llorando en un rincón. Ella se levantaría, me arrastraría con todas sus fuerzas y pelearía contra este destino ridículo, riéndose, riéndose de todo. Yo la amo. Quiero volverla a ver, quiero estar con ella. ¿Podés entender eso? ¿Lo que se siente el perderlo todo? ¿Sabés lo que es estar completamente solo? No aguanto más esto (Se levanta y comienza a irse).
Ella: ¡Pará! ¿Qué haces? ¿A dónde pensas ir? ¡No hay a donde ir!
Él: Sabés exactamente a donde voy.
Ella: ¡No, no lo hagas! ¡Ni se te ocurra! (Lo abraza) ¡Por favor, no te vayas, no me dejés! ¡Hago lo que quieras, pero quedate, quedate conmigo! Si querés… puedo reírme como tu esposa. Mirá, vas a ver que también puedo. ¡JAJAJAJAJA! (Ríe, grotescamente falsa. Él corta su risa de repente con una cachetada)
Él: ¡¿Te pensás que todo esto es una joda, qué mierda te pasa?! (Ella no contesta. Silencio.) Perdón. No te quise pegar.
Ella: Es lo mismo que dicen todos. (Cínicamente) Igual, ¿sabés qué? Tenés razón. Para mi todo esto es una joda. ¿Qué voy a entender yo? Así que dejá de soportar a una pelotuda y andate, ¡Andate bien a la mierda!
Él: Esperá, perdoname, yo…
Ella: No tenés nada que explicarme, ya me lo dijiste todo. Andá a matarte, si te la bancás. A mi me chupa un huevo lo que hagas. ¿Querés seguir llamando por celular hacia la nada? Dale, hacelo. Y ojalá que te atienda tu esposa muerta… (Él la calla tapándole a la fuerza la boca)
Él: ¡Basta! Ya basta, es suficiente. (Los dos quedan en silencio. Se sientan, sin atreverse a mirarse.)
Ella: Perdón. Soy una tarada, no se comportarme.
Él: No, no. Tenés razón. No tiene sentido que siga llamando, no queda nadie allá afuera. ¿Y para qué me voy a matar? Ya no voy a volverlos a ver. Además, si en verdad solo quedamos nosotros dos, no puedo abandonarte. ¿Quién te va a cuidar si yo no estoy? (la abraza)
Ella: ¿Pero qué paso, por qué este cambio…? (Se calla, dejándose envolver entre sus brazos) Nunca me abrazaron así.
Él: Yo siempre amé a Mariana. Pero nunca pude hacer algo por ella. Yo siempre recibía, me dejaba cuidar por ella como si fuera un nene. Me sentía tan débil, tan inútil.
Ella: No creo que lo seas.
Él: Yo sí. No creo merecer todo lo que ella me dio. Y si ahora estamos en esta situación de mierda, que no tiene ninguna solución. Cuando aparece alguien a quien puedo ayudar. ¿Por qué no lo haría? El nene tiene que crecer, y después cuidar a otra nena.
Ella: No te burles de mí.
Los dos dejan que el silencio los inunde. Él juega con el pelo de ella. Ella voltea para verlo de frente, queriendo darle un beso, pero se ve interrumpida por el celular, haciendo sonar "Is not unusual", de Tom Jones, a todo volumen. Los dos miran con horror al celular, tendido en el piso como una lápida, mientras la luz baja hasta el…
APAGÓN

sábado, 13 de agosto de 2011

Pidgeon Tail

Longest story so far (not counting fanfics, of course).


Pidgeon Tale

Desde pequeño es que tengo un odio profundo hacia las palomas. Estúpidas ratas emplumadas, traedoras de mugre y enfermedades, abundan en los rincones más detestables de las ciudades. Agazapadas en sus inmundos nidos escondidos en edificios gubernamentales o en altas oficinas donde los más turbios negocios se realizan. Aparecen en todas partes, a toda hora. Bajan a menudo a la tierra, el polvo, para alimentarse de las migajas que inconscientes niños o descuidados ancianos les arrojan tan a menudo, como para que ellos se sientan poderosos al ver como esa ingente chusma acude a sus deseos, como si con esos pobres alimentos algo de su impotencia desapareciera. Pero solo reproducen la peste de las ciudades, las nefastas palomas.

Alguno puede pensar que este odio incondicional es injustificado, caprichoso. Que vuelco mi furia hacia animales insensatos por no atreverme a apuntarla contra los verdaderos hacedores de mi desdicha. Dudo que eso sea cierto. Pero ya desde mi primera experiencia con ellas las odie con la misma intensidad de hoy en día. Cuando era pequeño, vivía en las afueras de la ciudad. Mi familia tenia una espaciosa casa con dos pisos, patio e incluso una buhardilla. Era lo suficientemente alto para que entrara un niño de 10 años de pie, así que era uno de mis lugares favoritos. Tenía una ventana que daba hacia el oeste, mostrando el agradable horizonte de casas bajas que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Pasé incontables horas en aquel cuarto, mirando hacia afuera, leyendo libros o sólo jugando con mi canario mascota. Digo jugando, aunque realmente no era así. A veces golpeaba suavemente su jaula, o le movía la comida y el agua de lugar. Hasta ahí llegaba mi interacción con él. Sin embargo, lo amaba. Era de un color amarillo apagado, probablemente porque ya fuera viejo cuando lo tuve, y tenía los pequeños ojitos negros y atentos, mirando todo. Moviéndose de un lado a otro en su pequeña jaula, siempre hiperactivo. Jamás trató de escapar, ni aunque olvidara la puerta de su cárcel brevemente luego de cambiarle el agua o reponer sus semillas. Aunque de todas maneras no hubiera llegado muy lejos, ya que la ventana que tenía al lado de su jaula estaba siempre cerrada.

Un día, al volver del colegio, me pareció escuchar un ruido que venía desde la buhardilla. Tenía hambre, así que lo ignoré mientras merendaba, pensando que solo era mi canario revoloteando alegremente en su jaula. Recuerdo que extendí esa comida sin razón alguna, como si inconscientemente supiera qué era lo que se avecinaba. Subí escalón por escalón hasta el piso superior, donde estaba la buhardilla y apenas mi cabeza entró en el cuarto lo vi. Proyectando una enorme sombra emplumada sobre el suelo de madera, el interior de la jaula se había convertido en una horripilante masa viviente. Temblando y agitándose, el cúmulo indiscernible movía la jaula de un lado a otro, en pequeños pasitos. El viento golpeando mi cara en el medio de mi refugio me hizo despegarme de esa visión irreal. El viento que soplaba desde la ventana, por primera vez en mucho tiempo, plenamente abierta. Di un paso en ese cuarto ahora ya tan extraño, aturdido por lo incomprensible de aquella masa, y al pisar, el suelo crujió en respuesta. Ese crujido hizo que el tiempo mismo se detuviese, al parar el movimiento de la mancha negra que había tomado el lugar de mi canario. Desde aquella oscuridad, notaba ojos que se fijaban en mí. Pero no los curiosos ojos de mi mascota, no. Estos ojos eran desalmados, vacíos de cualquier sentimiento, imperturbables. Y eran más de dos. Con la fuerza que me daba el terror y la confusión, corrí hacia la jaula y la pateé, haciéndola atravesar la ventana. Viéndola volar en el aire, note los asquerosos componentes de aquella masa. Palomas. Decenas de ellas. Vi perfectamente como, mientras la jaula descendía con velocidad hacia nuestro jardín, las palomas se iban desprendiendo de la gran masa, montones de palomas como hojas arrancadas a un libro. Vi como la mancha se reducía hasta desaparecer cuando la jaula alcanzó el suelo, golpeándolo con un gran crepitar de metal. Bajé corriendo las escaleras y llegué al patio antes que cualquiera. No se si sentirme afortunado por esto. Se que mis padres no me habrían dejado ver lo que vi si ellos hubiesen llegado antes. Seguramente me hubieran dicho que el canario se escapó, sin reprocharme que haya tirado la jaula por la ventana. Hubieran tratado de olvidar el asunto, regalándome otra mascota o enterrando completamente el tema. Pero yo llegué antes y vi lo que esas malditas palomas habían dejado en la jaula, que ahora parecía aplastada por un camión o una criatura enorme. En su interior, entre la mierda y las plumas que oscurecían el color de los finos barrotes, las tacitas rojas donde le dejaba el alimento y el agua se encontraban destrozadas. Aun muchos años después seguimos encontrando piezas de esas tazas desperdigadas en el patio. Pero eso no era el único 'regalo' que me habían dejado las palomas. Los primeros segundos de contemplar ese repulsivo desorden no lo noté, pero había algo más entre las plumas y los desechos. Algo que ya nunca me miraría con sus curiosos ojos. Semi-devorado, los restos sanguinolentos de mi canario reposaban en un espantoso ataúd de metal y mierda. Las palomas se habían comido a mi canario.

Muchos años pasaron desde aquel evento. Mis padres fallecieron, me mude a la ciudad para estudiar y trabajar, conocí a alguien. Nunca revelé este secreto a nadie. Solo mis miradas enfurecidas contra las palomas contaban de su existencia. Algunos de mis amigos notaron esas miradas y me cargaban. Comentaban los cambios del nido de palomas que se veía desde la ventada de la oficina como si fuera la novela del momento. Me llevaban a alimentar a las palomas a la plaza, como si fuese un niño o un anciano. Tanta atención le prestaban a animales tan poco llamativos que llegaron a notar, como lo vengo haciendo silenciosamente desde hace unos pocos años, que las palomas de hoy en día ya no le tienen miedo a las personas. Antes, cualquiera que se acercara a unos pocos metros de un cúmulo de estas ratas aladas provocaba una inmediata reacción en cadena, que hacía que las palomas elevaran inmediato el vuelo como repentinas nubes de plumas grises. Pero ahora hasta solas, en un virtual uno contra uno frente a cualquier ser humano, se quedan paradas, manteniendo su posición provocativamente aunque nuestros pies se hallen a meros centímetros de su cuerpo. Las personas deberían agredir más a estos pretenciosos pajarracos. Tal vez con unas cuantas patadas aprendan a respetar su lugar dentro del ecosistema citadino. Yo, con toda mi historia, no puedo hacerlo. Cada vez que me acerco a una de ellas y en mi mente brilla la idea de descargar mi ira con un rápido movimiento, la imagen de mi canario medio devorado vuelve para acecharme. Mi estómago se revuelve y la paloma consigue su insignificante victoria frente a mi pie. Viví estos duelos infinitamente, ya que la oficina donde trabajo queda a pocos pasos de una gran plaza donde miles de estos animales viven y mueren. Obligado a recorrer ese absurdo campo de batalla la mayor parte de los días, me alegraba cada vez que, más por empeño de mi mirada que de la cercanía de mi pie, una paloma se alejaba aleteando torpemente de un enfrentamiento ridículo.

Un día, como tantos otros, cruzaba aquella zona de guerra invisible cuando pase al lado de un linyera. Lo noté horas después, recordando la escena con detenimiento. Mi prisa y la abundancia de linyeras por la zona provocaban que, si bien percaté su existencia física, mi pensamiento no se detuviera ni un segundo en él. Atravesaba sin mirar la plaza inundada de plumas cuando este linyera me dijo claramente "Vos odias a las palomas". Me detuve al instante. Tardé unos largos segundos en darme vuelta para contemplarlo, y una vez que mis ojos se fijaron en él lo contemplé en el ruidoso silencio de la calle. En su aspecto nada se destacaba de otros linyeras: ojos nublados y desviados, piel oscurecida por la mugre acumulada, barba tupida, gris y desordenada, harapos desgastados a tal punto que parecen ser del mismo color que la piel, bolsas de plástico de algún supermercado derrochador tapando los agujeros de la vestimenta, horribles pies descalzos arrastrándose con culpa por el suelo. Su mirada parecía evitar la mía, no supe si por la borrachera que su ropa revelaba o por propia decisión. Debo haberme concentrado tanto en su apariencia porque no pude creer, o siquiera entender lo que me dijo. Él repitió, "Vos odias de corazón a las palomas. Lo se muy bien.", mientras daba unos pasos adelantándose. Acercó su cara a una distancia íntima. "Lo se porque ellas también te odian.". En ese momento la frase me pasó por encima. Solo pude comprender lo que dijo más adelante, cuando comencé a recordar todo lo que habló, recapitulando y uniendo la verdad de sus ojos con los sonidos de su garganta. "¿Nunca escuchaste de la excusa de los vegetarianos? Cuando uno come carne, cuando come un animal, come su alma, come su espíritu, come sus sentimientos. Ustedes se la pasan comiendo carne. Por eso son sumisos y estáticos como las vacas, se revuelcan en su mierda como los cerdos, tiemblan y atacan en la oscuridad como los pollos. Yo, en cambio, (él se dio vuelta alejándose. Sin embargo, pude notar que su boca se quebraba en una media sonrisa desencantada) estoy en todas partes. Soy los ojos que todo lo ven."

domingo, 7 de agosto de 2011

Comunication

Imágenes y sonidos, piedras en un altar
golpeamos las campanas para hacernos escuchar
en todo el pueblo resuena el rumor
de un mensaje que produce pavor

las ventanas se cierran, armazón de madera
protege la casa de la invasión certera
la familia se esconde, apaga la hoguera
el mensaje se acerca de forma serena

sabores y olores, tiempos negados
el escriba atento no se ha levantado
no queda registro en la arena dejado
de notas que los aromas han cantado

dragón resbaladizo, guardián del tesoro
que en cinco mil segundos al día devoro
tierra fundida que a veces añoro
cuando la gruta carece de oro

tacto, suave y rugoso sendero
jamás podremos disfrutarlo entero
siempre la noche llega ligero
antes de llegar al refugio austero

lanzas, dagas, heladas de llamas
desgarran paredes como si fueran balas
corre temblorosa por tu vida cara
mientras el mapa se pierde en la nada

el mensaje te persigue hasta allí
gimes entre sombras, 'no me mires a mí'
el cartero se despliega ante ti
gritando 'soy yo quien está aquí'.

martes, 2 de agosto de 2011

Future

En mi ciudad, escondido entre uno de los matorrales del pequeño parque interior de cierta edificación, se esconde La Planta para Ver el Futuro. Se dice que preparando y bebiendo una infusión hecha con esta planta permite tener una visión clara y precisa sobre el futuro. Se dice que solo aparece una cada tantas décadas, y que no existe más de una a la vez. Su nombre científico es Cephalotus Cassiopeia, aunque esto no interesa ya que su genoma no corresponde esa especie. Parece una pequeña inflorescencia, frágil y clara, surgiendo del pasto circundante, creciendo a la sombra de un arbusto mayor que la cubre de miradas curiosas. No produce esporas y sus raíces se extienden unos pocos centímetros por debajo de la tierra. Durante años se ha mantenido inerte, sin cambiar su tamaño ni marchitarse, pero tampoco dando señas de reproducirse. Esto último molesta a quienes, sabiendo de su existencia, buscan aprovechar sus virtudes.

Pero este no es el único mecanismo de defensa de La Planta para Ver el Futuro. En otras dos edificaciones similares, con sendos parques interiores, hay entre los arbustos pequeñas plantas parecidas, pero sutilmente diferentes. De aspecto idéntico a la Casiopea, estas copias no poseen su cualidad única de permitir ver el futuro. A cambio, ofrecen un poderoso veneno capaz de matar a quién, confundido por su parecido con la Casiopea, se atreva a consumirla. Algunos piensan que clonando la Planta pueden atravesarse las dificultades que conlleva su recolección. Lamentablemente, todos los intentos de copiar o de alguna manera duplicar la Casiopea solo consiguen crear sombras venenosas e infértiles, como si su místico poder se debiera a una mágica conjunción de energías en el lugar preciso. Aún así, estos sistemas solo consiguen disuadir a quienes, individualmente, desean obtener las virtudes de la Casiopea. Hay personas con mucho más poder, con varias vidas a su disposición. Pero contra ellas la Planta también está preparada. Las visiones, para alguien no entrenado, pueden confundirse con los recuerdos. La historia es cíclica, lo que sucedió volverá a pasar, una y mil veces. Las personas nacen y mueren, los imperios se alzan y desaparecen, el sol siempre vuelve a salir al día siguiente. Una visión arrojada a una mente inexperta sería el equivalente a quemar la planta en una hoguera.

Incluso habiendo encontrado la verdadera Planta y entregando a una mente entrenada la infusión de la Casiopea, no se puede asegurar de que la visión se realice con éxito, o más bien, que muestre lo que uno desea que muestre. Las visiones, y particularmente las producidas por la Casiopea, son de naturaleza caótica. Hay la misma chance de que muestre a su eventual espectador un evento futuro intrascendente, los números de la lotería de la semana próxima, todos los detalles de un invento que revolucionará al mundo, el día de la muerte del visionario o incluso, pícaramente, el lugar de nacimiento de la siguiente Planta para Ver el Futuro.

sábado, 23 de julio de 2011

Road

Vale aclarar, el siguiente poema es parte de una tarea para teatro. Nos pidieron que escribamos en un papelito el nombre de un poema. Luego, mezclaron los papeles y nos los repartieron al azar. Me tocó un papel que decía "Peregrinaje". La consigna es escribir algo, un cuento, una poesia, lo que sea, basado en ese título. Un rapto de 'inspiración' me llevó a escribir esto.


Peregrinaje

La Fe es así,
y los fieles así viajamos.
pateando los caminos conocidos
abriendo pasajes por conocer
la meta siempre inconclusa
con matices tan personales como uno
ella nos empuja por las rutas
arduas, llenas de piedras
bandidos acechando en las sombras
hongos venenosos esperando nuestra hambre
acantilados llameantes de olas
que nos tientan con una poética muerte
los callos de nuestros pies
imitan las líneas del destino
después de tanto andar
finalmente
llegamos a la catedral,
meca de nuestra ardorosa Fe,
solo para verla consumida,
arrasada por el fuego bárbaro
y nosotros, los fieles creyentes
lloramos con nuestras rodillas
abrazadas al suelo
solitariamente, solamente
porque nuestro viaje ha terminado.

viernes, 1 de julio de 2011

Bullet

Ahí va la bala, Zabala
baila y baila, adorala
va, va, y acaba a la vaca
llama a la cama, mera carnada
carne abrasada,
agrandada la llama
habla la dama, alejala
la carnada abarca
callala

domingo, 12 de junio de 2011

Sensitivity

...y soñar que estas golpeando un muñeco con la cara del creador de tus desgracias, como si por la fuerza ejercida a través de la espesa capa de neuronas que divide la realidad irreal y tus sueños tan vividos pudieras conseguir transmitir tu mensaje a esos oidos tan ficticios como las sabanas que te envuelven en un letargo añorado, que por tus quejas y suplicas sordas alguien se va a dignar a mirar dentro de la oscuridad, traer su vela y una canario enjaulado, solo por si alguna emanacion de gas combustible nos hace estallar en mil pedazos, lejos, quizas del encierro entre el polvoso carbón que tiñe tus paredes de colores invisibles en tramas tan tragicas como humanas.

sábado, 21 de mayo de 2011

Saw and Pendulum

Red

Yo siempre te amé. Te amé muchísimo.

¿Te acordás cuando nos conocimos? los dos apostábamos a un amor que el tiempo mostraría como no correspondido. Quise ayudarte, viendo nuestra simpatía mutua. Entonces fue cuando verdaderamente vi tus ojos.

No pude entender mis sentimientos en un primer momento. Tuve que dejar pasar varias olas de celos al verte fallar y seguir intentando para entender que eras vos a quien amaba. Con tu torpeza en las relaciones, yo fui la que tuvo que dar el primer paso para que te percataras de que la felicidad estaba junto a mí.

Fuimos tan felices. No podía alejarme de tu lado. Ni en el colegio, ni al salir de el podía soltar tus frías manos. A veces parecías irritado, distraído por tontos pensamientos. Siempre pensé que sentías lo mismo que yo, que odiabas que hubiese que parpadear y forzar a mis ojos a no verte durante interminables instantes. Que mis pulmones se vieran obligados a expirar, perdiéndome preciosos segundos de sentir tu aroma. Que el aire tardase seis milésimas de segundo en traer a mis odios el sonido de tus pasos juntándose con los míos. En ese momento debí preocuparme mas por consolarte, que a pesar de esas pequeñas e inacabables esperas yo te seguía amando. Pero alguien se aprovecho de esa distracción.

Ella ya te había rechazado. No una, varias veces. Y vos ya habías encontrado la verdadera felicidad junto a mí, así que ella ya había perdido su oportunidad. Pero eso era un pensamiento demasiado complejo para que entrara en su cabeza. A pesar de que sabía que vos eras mi novio ella te miraba, te seguía. Trataba de hablarte, y vos le contestabas fingiendo alegría, seguro para mostrarle lo feliz que eras conmigo. Incluso vi lo que hizo mientras ella pensaba que no los estaba viendo. Lo vi con mis propios ojos. Puso su mano en tu brazo. Osó tocar tu inmaculada piel con las mismas manos con las que rompió tu corazón. Se atrevió a insinuarse ante vos, sin ninguna justificación, sabiendo que vos eras mío. No se lo podía dejar pasar.

La encare en el baño, en un recreo largo. Ella acababa de usar el inodoro, dejando parte de su mierda en el. Estaba maquillándose frente al espejo, mientras yo la espiaba escondida. Antes de que ella pudiese reaccionar, la agarre de su largo pelo negro y choque su cabeza contra la pared. Gritó un poco, pero yo ya venia preparada. Encajé una gran bola de medias viejas, que encontré en la basura, dentro de su pequeña boca. Le golpee la cabeza un par de veces mas para aturdirla mientras sacaba una cinta de embalar y la pegaba sobre su boca. Le di un rodillazo en el estomago, se quebró y cayó. Mientras estaba en el suelo patee y pise sus estúpidamente grandes senos. Levanté su cabeza levemente, solo para que mirara el inmundo inodoro que acababa de usar, y mientras le susurraba al odio lo puta que era la ahogué contra el sanitario.

No, no tenés de que preocuparte. Te dije que era un recreo largo y logre escaparme sin dejar ninguna pista. Estaba bien preparada. Pero el ver como esa puta te mareaba me hizo darme cuenta de un problema. No, yo se que me amas con todo tu corazón, así como yo lo hago. No necesito escuchar tus palabras para saberlo. Lo siento. Siento tu corazón latir por mi, como si lo tuviera frente a mi ahora mismo. Pero tu alma reside en un cuerpo. Un cuerpo de varón. Y el cuerpo de un varón tiene ciertas necesidades que, entiendo, no puedes evitar. Igual, no te preocupes. Llegué a una solución. Solo hace falta deshacernos de tu cuerpo.

Con un seco golpe tu agonía terminó. Ya no tendrás que evitar preocuparme, ni tendrás que estar despierto largas horas para cuidar que me duerma. Ahora te podré ver dormir por siempre. Porque el rojo resplandor del acero me mostró tu corazón, que aun tras la muerte seguía latiendo débilmente por mi. Besé tu corazón, llenando mis labios de tu dulce, deliciosa sangre. Ahora ya no te vas a escapar. Jamás.

viernes, 20 de mayo de 2011

The joy of keeping a secret

Es tan divertido
sostener en la mano la llave huesuda
lista para ser disparada contra
las flores del amanecer

es tan divertido
ver los candados que sostienen
la serpenteante cadena que apaga
tus más sinceros pensamientos

es tan divertido
ver los anillos adherirse a tu piel
cobrar oxido entre las grasas que exuda
convertirse en parte de tu ser

pensamientos deformes
salen de esas cadenas
bailando macabros
para un espectado insistente

es tan divertido
sentir la llave hirviente girar
deshacerse entre pétalos
y dejarte en libertad

tan divertido como
verte desconfiado del camino que se te abre
tanto has besado el suelo
que terminaste amándolo

despego tus cadenas, eslabón a eslabón
disfrutando los jirones de carne y hueso
sangrantes de mil colores
que arranco con ellas

veo los huecos en tu ser
y no puedo mas que divertirme
saboreando con los ojos
todo lo que te falta

cadenas de oro marchitas
que se convirtieron en tu circulación
sangrantes como órganos vitales
devorados por los leones

es tan divertido
convertirme en viento
desaparecer y ver desde el cielo
la sangre correr por las calles

es tan divertido
recordar algo que aprendimos de jóvenes
cuando no soportan la presión
las cosas estallan

es tan, pero tan divertido
sentir el dedo índice erecto y atento
colocarse encima del aterciopelado botón
dispuesto a que al mínimo estímulo
exploten nubes anaranjadas
tan bellas
pero que ningún ojo verá.

sábado, 14 de mayo de 2011

Speed (of reaction)

Mirada

El subte es mi lugar favorito de la ciudad. Anchas arterias bombeando sangrantes ciudadanos del centro a las afueras, de las afueras al centro. Siento a esas sólidas recámaras y pasillos como útero maternal, con su húmedo, espeso aire llenando los pulmones. Nada se compara a viajar en el subte. De pie entre nerviosos desconocidos, con la conciencia de saberse bajo los pies de una ciudad en actividad, el oído anulado en la fricción de los vagones con el resto del mundo, sin ningún cambiante paisaje por el cual dejar escapar la mirada. El subte condensa el placer de viajar a su mínima expresión: el sentirse en movimiento. Nada más perfecto que el verse arrastrado involuntariamente.

Esperaba un tren con mis pies apoyados sobre la línea amarilla que divide el mundo de los hombres y el de los trenes. Balanceaba mi peso entre mis pies, indeciso, dejándome llenar por la locura que me rodeaba. Aunque la llevara dentro, en ese precioso momento todo eso estaba allá, arriba. Apuré el ritmo de mi balanceo, acelerando la decisión. Dónde terminaría mi siguiente viaje. Oigo unos pasos acercándose, al tiempo que la maravillosa música de un motor trotador se abría paso por el túnel. Giro mi cabeza para ver al nuevo espectador, y mis ojos encuentran a una mujer parada a unos metros de distancia. Vestida de forma simple y apagada, se sacaba presurosa la bufanda con las mismas manos que agarraban un celular nerviosamente. Los faroles del incipiente tren se adivinaba en las paredes cuando mi mirada se cruzó con la de ella. El impacto del tren que se acercaba hubiera sido imperceptible. Una luz me hablaba desde el fondo de aquellos ojos, cantando con una amable voz, como diciéndome, con sus uñas mal pintadas, con sus hombros desparejos, con las marcas en su rostro, con el arrollo que susurraba en el fondo de sus ojos, que ella era como yo. Que ella podría entender por qué tomo las decisiones, por qué me refugio bajo tierra, por qué escapo de una vida civilizada allá arriba, por qué me escondo de sus miradas como un feto temeroso de la aguja, por qué elijo dejarme llevar entre la oscuridad, viajando sin viajar, girando eternamente bajo las sombras, en las entrañas de la tierra. Quise saltar, saltar hacia aquellos ojos, que silenciosamente buscaban, como los míos, una mirada en la cual reflejarse, en la cual verse como un igual. Dejar de mirar hacia arriba, y solo mirar al frente, donde todo lo posible se abría como manantial.
Pero el tren llegó, y todo eso terminó.

jueves, 5 de mayo de 2011

Crystal

¿A que le tienes miedo?
te temo a ti
a lo que puedas ser
a lo que te separa de mí

a que nunca voy a poder ser tuyo
para enseñarte lo que soy
para mostrarte lo que pienso
para que seamos uno

el vidrio que nos separa
tan frío, tan transparente
que simula ser el fino aire
que separa nuestros labios al hablar

en el centro de una cárcel de cristal
lanzamos súbitos rayos lumíneos
pausados, intermitentes
para comunicarnos

¿puedes ver la luz?
¿puedes ver su fuente?
soles fríos tras lo invisible
miradas que no se cruzarán

sábado, 30 de abril de 2011

Tree

que tragedia es cuando un árbol perece
a causa de una acción de la naturaleza
noble vida hallando su fin, tan inevitable

que batería de frases pregrabadas asechan
'era tan joven', 'extrañaremos su sombra
salvadora', 'le faltaba tan poco para jubilarse'

que diferente a cuando el mismo árbol muere
bajo la ferrosa mano del hombre, solo se muestra
el silencio, porque no queda nada que decir.

miércoles, 20 de abril de 2011

Upside down

Relatividad

One clear night I saw a falling star
I made a wish, before it went too far
I wished for this landscape to be true
that the star was falling from the big blue
not that the star was standing still
torn away from the sun's mill
and it could be capable to see
that the one who were falling was me

sábado, 16 de abril de 2011

Ghost/s

Yo puedo ver fantasmas. Siempre tuve esta habilidad, pero solo hace poco logré entender su verdadera naturaleza.
Los fantasmas no son como en las leyendas, los mitos, los libros y películas. No están en nuestro mismo plano, pero pueden afectarlo. Son manifestaciones de personas que ya han muerto, pero no están en pena. No sufren. Sus caras, cuando las tienen, solo expresan un sordo esfuerzo.
Los fantasmas no son seres individuales, ni tampoco únicos. Son una especie de gas etéreo que recubre y rodea a todas las personas, como siendo exudado por todos los poros del cuerpo. Mi vista los percibe con notorio detalle, como si fuesen sombras dibujadas sobre mis lentes. Todas las personas que he visto, ya sea directamente, o a través de fotos o video, poseen esta gris nube carcelera. Esta nube está formada por los fantasmas de los antecesores de cada persona. Sus padres, sus abuelos, los padres de sus abuelos, y así. Seguramente, al fallecer, la nube que rodea a una persona persiste en su fantasma, rodeando cada resto de alma con su propia nube, complejizando más el conjunto. A medida que este sistema se extiende por varias generaciones, los fantasmas más ancianos se van desdibujando, perdiendo sus rasgos humanos mientras se funden en la bruma.
Los fantasmas no son inertes. Siempre están activos. Cada vez que una persona toma una decisión, por más mínima que sea, los fantasmas están presentes. Cada vez que un pie se mueve, los fantasmas están ahí, empujándolo hasta que se detiene. Cada vez que la cabeza gira, los fantasmas tiran, cada uno para su lado, para permitirle el movimiento. Cada vez que una palabra es pronunciada, los fantasmas aprietan el cuello y los pulmones, dejando escapar solo a los sonidos permitidos. A veces, sus manos se entierran en la cabeza de las personas, librando sus batallas en los mismos pensamientos. Es maravilloso ver como se agita la nube alrededor de las personas, cuando estas deben tomar una difícil decisión. Los esfuerzos escalonados desde los antíguos hasta los recientes. Incluso a veces, los fantasmas más ancianos, más parecidos a estructuras conceptuales que a antiguas personas, dejan que sus inconcebibles manos influyan en el enfrentamiento.
Los fantasmas rodean a todas las personas, todo el tiempo. Cuando un bebé nace, un pequeño lazo como tentáculo se estira desde su madre y su padre para rodear al nuevo humano, dotándolo de su pequeña nube personal. Mientras crece, esa nube va creciendo en cantidad y fortaleza. Cada vez menos acciones parten del niño, sin influencia de los fantasmas. Al conocer el mundo, la nube se desarrolla, e incluso puede adoptar fantasmas ajenos, contagiados por las personas que lo rodean. En gente que es muy cercana entre sí, se pueden ver hilos fantasmagóricos nutriéndose de su conexión. Jamás vi a una persona morir, así que no se como un fantasma nace. Sin embargo, incluso los recientemente fallecidos ya decoran con su cara la nube de quienes lo heredan.
Lo he comprobado muchas veces. Ya sea en fotos, videos, mirándome al espejo o simplemente observando mis manos. Yo no tengo una nube. Los fantasmas no me rodean. Puede ser que mi extraño don no me permita ver mis propios fantasmas, pero raramente me lo cuestiono. La mayor parte del tiempo, logró olvidar este detalle, pero a veces noto, con un ahogado terror, que no se si esto es bueno o malo.

domingo, 10 de abril de 2011

Honey drops

Mordiendo una capa de dulce misterio
(Unas veces incierto, otras amargo)
llegamos a la deliciosa sabiduría
miel del alma encerrada
en su jaula de carne y hueso

savia gloriosa, alimento holístico
que reside en la grietas profanas
de los dedos sangrantes que, hambrientos
escarbaron la corteza de un árbol de realidad

aquel néctar divino, pegajoso
que se consume primero a grandes bocados
luego a espaciados sorbos
consolidando tu estructura

difícil encontrar el saber
mucho más compartirlo
regurgitándolo solo se alcanza a mostrar
los restos semi-digeridos y malolientes
de lo que fue

a veces es recolectado como plumas de pavo real
absortos en su hipnótico poder
presentas tu jalea real ante la reina
que con un gastado movimiento te dice
sigue tu camino, obrera
que pase el que sigue

lunes, 4 de abril de 2011

Chimney

Realmente, cualquier cosa da pie para escribir un cuento. No hace falta tener creatividad, mucha imaginación o excepcional sensibilidad. Escribir un cuento, el mero acto mecánico de la creación a través de palabras, tan solo requiere de una idea, una semilla. En cuanto esa idea-semilla llega, sola se posiciona en algún lugar de la mente, donde crece y crece hasta que ya no le quede lugar. Entonces esa idea-planta nos obliga a escribir, para expandirse a otras mentes y seguir creciendo.

Por eso, para escribir lo único que hace falta es estar atento. Todo el tiempo. Por ejemplo, al caminar. Casi todos los días me veo obligado a caminar por unas cinco o seis cuadras que cruzan por una ex zona fabril, dado que todos los medios de transporte que uso quedan atravesando esas cuadras. Caminando por allí, particularmente temprano a la mañana o cerca del anochecer, pueden verse, asomando apenas entre el horizonte de edificios residenciales, las extrañas chimeneas de lo que alguna vez fueron fábricas y depósitos. Hace años que esas fábricas dejaron de funcionar y el toda el área quedó disponible para el rapiñaje inmobiliario. Los edificios fueron apareciendo, la gente empezó a llenarlos y el activo barrio fabril se transformó en un tranquilo suburbio urbano. Sin embargo, en los recovecos entre edificaciones, sobre algún terreno sin comprar, sobre una pared no demolida quedaron las chimeneas, dejando registro de lo que fue, y seguramente jamás volverá a ser. Oxidadas, algunas torcidas en formas extravagantes, son como inflorescencias metálicas que surgen entre los pliegues de la ciudad. Algunas parecen racimos hongos, surgiendo en pelotón desde el espacio que separa dos edificios. Otros, más imponentes, son troncos de árboles deshojados que con su fálica fuerza ganan la atención desde el cuadrado paisaje. Algunos aparecen en secuencia, como en una exhibición de su crecimiento al aire libre. A veces son como copas abiertas hacia el cielo, tragando aire y lluvia para alimentar algo escondido en las entrañas del concreto.
Hay una en particular, que siempre miro cuando cruzo por ahí. Es una ancha chimenea curvada, se asemeja a esos tubos que hay en las cubiertas de los barcos. Su boca apunta hacia el sol que nace, por lo tanto nunca pude ver su interior. A tanta distancia, la primera vez que la vi, pensé que era una persona, tapada con una manta, mirando el amanecer. Pero no, es solo un tubo de acero oxidado. A veces, imagino ver una mano salir de su silueta, que comienza a correr lentamente la capa amarronada que la cubre, hasta revelarme su rostro, mirándome fijamente. Otras veces, realmente lo hace.

domingo, 20 de febrero de 2011

Enemy

El enemigo acechaba en la oscuridad. El suave crepitar de la hoguera ocultaba los imperceptibles sonidos que hacia nuestro atacante al dar su suave paseo a nuestro alrededor. La débil luz anaranjada apenas iluminaba a 15 pasos, pero no nuestros ojos, sino nuestro corazón nos indicaba que el atacante estaba cerca. Desenvaine mi arma, y con el reflejo del brillo del fuego en su filo espié en la absorbente oscuridad. Escuchaba a mis compañeros, murmurar sus ininteligibles rezos antes del próximo combate, sus articulaciones contrayéndose por la tensión de la impaciente espera. El ataque que incipiente se alzaba sobre nuestro campamento como una mano invisible dispuesta a matar a una insignificante mosca. Solo cuando veamos su sombra podremos enfrentarlo ¿será uno? ¿Serán varios? ni siquiera nuestro mago se atreve a lanzar un conjuro de luz hacia la negrura y revelar un misterio que quizás sea aterrador. Miro de frente a la oscuridad que planta sus garras junto a mis pies, y pregunto con mi férrea mirada por que tarda tanto. Si fuera más débil, ya hubiese huido. Si fuera más fuerte, ya estaríamos muertos. Si tuviésemos en igualdad de condiciones, no nos haría sufrir esta abominable espera. El sudor corre por mi frente, recorre mi cuello, se une al torrente que se desliza por mi espalda, y es probable que llegue al suelo antes que yo pueda lanzar un ataque, o que ellos lo lancen. Quiero girar para ver a mis compañeros, pero cualquier segundo de descuido puede dejarnos abiertos a un ataque sorpresa. Bien sabemos que todos morimos algún día, pero no por ello hay que adelantar la visita de la dama roja y negra. Quiero escucharlos, que alguno de mis sentidos logre percibirlos y saber la naturaleza exacta de su asedio. Pero solo mi intuición esta despierta a estas horas. Me grita al oído, advirtiendo el daño que se cierne sobre nosotros ¿será algo incomprensible? ¿El despertar de un dios antiguo, cuyo poder esta tan lejos de nuestro alcance que ni las mismas leyes de la tierra y la magia pueden contenerlo, quebrándose en mil pedazos con tan solo su presencia? el sudor que empapa mi mano hace que el mango de mi espada se afloje ante mis dedos, pero no puedo demostrar debilidad a los millones de ojos negros que me miran, esa terrible oscuridad que estremece mi pensamiento. Que se acabe esta espera, que el enemigo ataque de una vez, antes de que comience a perder la cordura.

El mago del grupo, el más cercano a la hoguera, sonríe levemente iluminado por el cada vez más tenue fuego. Lanza un conjuro mortal a cada uno de los puntos cardinales, alcanzando a sus cuatro compañeros, demasiado distraídos enfrentándose a un enemigo invisible, como para preocuparse de él.

domingo, 16 de enero de 2011

Twists

Amo tu cabello enredado
los infinitos bucles que
en tu cabeza anidan
resortes de proteínas
que se alejan como explosión
de tu luminoso cerebro

amo entretejerme en tu pelo
y dejar que mis delicados dedos
estimulen el cablerío
de tus pensamientos

pero, oh, que tragedia
para mi tacto
la densidad de tus rulos
me impide acariciarlo
debo ser sutil
como los hilos
que sostienen tus ideas

abro mis manos
y mis finos dedos se tuercen en espiral
para poder, de a poco
adentrarse en la espesura
desenredar desde el mismo centro
a través de la maleza buscan

van adentrándose, entre chasquidos
uniéndose a la trama que los entreteje
fundiéndose mis dedos, mis brazos
todo mi ser en esa ondulante nube
de nudos, que amo

llegado el momento
yo soy nudo
no me desates
que dejaré de ser