sábado, 30 de abril de 2011

Tree

que tragedia es cuando un árbol perece
a causa de una acción de la naturaleza
noble vida hallando su fin, tan inevitable

que batería de frases pregrabadas asechan
'era tan joven', 'extrañaremos su sombra
salvadora', 'le faltaba tan poco para jubilarse'

que diferente a cuando el mismo árbol muere
bajo la ferrosa mano del hombre, solo se muestra
el silencio, porque no queda nada que decir.

miércoles, 20 de abril de 2011

Upside down

Relatividad

One clear night I saw a falling star
I made a wish, before it went too far
I wished for this landscape to be true
that the star was falling from the big blue
not that the star was standing still
torn away from the sun's mill
and it could be capable to see
that the one who were falling was me

sábado, 16 de abril de 2011

Ghost/s

Yo puedo ver fantasmas. Siempre tuve esta habilidad, pero solo hace poco logré entender su verdadera naturaleza.
Los fantasmas no son como en las leyendas, los mitos, los libros y películas. No están en nuestro mismo plano, pero pueden afectarlo. Son manifestaciones de personas que ya han muerto, pero no están en pena. No sufren. Sus caras, cuando las tienen, solo expresan un sordo esfuerzo.
Los fantasmas no son seres individuales, ni tampoco únicos. Son una especie de gas etéreo que recubre y rodea a todas las personas, como siendo exudado por todos los poros del cuerpo. Mi vista los percibe con notorio detalle, como si fuesen sombras dibujadas sobre mis lentes. Todas las personas que he visto, ya sea directamente, o a través de fotos o video, poseen esta gris nube carcelera. Esta nube está formada por los fantasmas de los antecesores de cada persona. Sus padres, sus abuelos, los padres de sus abuelos, y así. Seguramente, al fallecer, la nube que rodea a una persona persiste en su fantasma, rodeando cada resto de alma con su propia nube, complejizando más el conjunto. A medida que este sistema se extiende por varias generaciones, los fantasmas más ancianos se van desdibujando, perdiendo sus rasgos humanos mientras se funden en la bruma.
Los fantasmas no son inertes. Siempre están activos. Cada vez que una persona toma una decisión, por más mínima que sea, los fantasmas están presentes. Cada vez que un pie se mueve, los fantasmas están ahí, empujándolo hasta que se detiene. Cada vez que la cabeza gira, los fantasmas tiran, cada uno para su lado, para permitirle el movimiento. Cada vez que una palabra es pronunciada, los fantasmas aprietan el cuello y los pulmones, dejando escapar solo a los sonidos permitidos. A veces, sus manos se entierran en la cabeza de las personas, librando sus batallas en los mismos pensamientos. Es maravilloso ver como se agita la nube alrededor de las personas, cuando estas deben tomar una difícil decisión. Los esfuerzos escalonados desde los antíguos hasta los recientes. Incluso a veces, los fantasmas más ancianos, más parecidos a estructuras conceptuales que a antiguas personas, dejan que sus inconcebibles manos influyan en el enfrentamiento.
Los fantasmas rodean a todas las personas, todo el tiempo. Cuando un bebé nace, un pequeño lazo como tentáculo se estira desde su madre y su padre para rodear al nuevo humano, dotándolo de su pequeña nube personal. Mientras crece, esa nube va creciendo en cantidad y fortaleza. Cada vez menos acciones parten del niño, sin influencia de los fantasmas. Al conocer el mundo, la nube se desarrolla, e incluso puede adoptar fantasmas ajenos, contagiados por las personas que lo rodean. En gente que es muy cercana entre sí, se pueden ver hilos fantasmagóricos nutriéndose de su conexión. Jamás vi a una persona morir, así que no se como un fantasma nace. Sin embargo, incluso los recientemente fallecidos ya decoran con su cara la nube de quienes lo heredan.
Lo he comprobado muchas veces. Ya sea en fotos, videos, mirándome al espejo o simplemente observando mis manos. Yo no tengo una nube. Los fantasmas no me rodean. Puede ser que mi extraño don no me permita ver mis propios fantasmas, pero raramente me lo cuestiono. La mayor parte del tiempo, logró olvidar este detalle, pero a veces noto, con un ahogado terror, que no se si esto es bueno o malo.

domingo, 10 de abril de 2011

Honey drops

Mordiendo una capa de dulce misterio
(Unas veces incierto, otras amargo)
llegamos a la deliciosa sabiduría
miel del alma encerrada
en su jaula de carne y hueso

savia gloriosa, alimento holístico
que reside en la grietas profanas
de los dedos sangrantes que, hambrientos
escarbaron la corteza de un árbol de realidad

aquel néctar divino, pegajoso
que se consume primero a grandes bocados
luego a espaciados sorbos
consolidando tu estructura

difícil encontrar el saber
mucho más compartirlo
regurgitándolo solo se alcanza a mostrar
los restos semi-digeridos y malolientes
de lo que fue

a veces es recolectado como plumas de pavo real
absortos en su hipnótico poder
presentas tu jalea real ante la reina
que con un gastado movimiento te dice
sigue tu camino, obrera
que pase el que sigue

lunes, 4 de abril de 2011

Chimney

Realmente, cualquier cosa da pie para escribir un cuento. No hace falta tener creatividad, mucha imaginación o excepcional sensibilidad. Escribir un cuento, el mero acto mecánico de la creación a través de palabras, tan solo requiere de una idea, una semilla. En cuanto esa idea-semilla llega, sola se posiciona en algún lugar de la mente, donde crece y crece hasta que ya no le quede lugar. Entonces esa idea-planta nos obliga a escribir, para expandirse a otras mentes y seguir creciendo.

Por eso, para escribir lo único que hace falta es estar atento. Todo el tiempo. Por ejemplo, al caminar. Casi todos los días me veo obligado a caminar por unas cinco o seis cuadras que cruzan por una ex zona fabril, dado que todos los medios de transporte que uso quedan atravesando esas cuadras. Caminando por allí, particularmente temprano a la mañana o cerca del anochecer, pueden verse, asomando apenas entre el horizonte de edificios residenciales, las extrañas chimeneas de lo que alguna vez fueron fábricas y depósitos. Hace años que esas fábricas dejaron de funcionar y el toda el área quedó disponible para el rapiñaje inmobiliario. Los edificios fueron apareciendo, la gente empezó a llenarlos y el activo barrio fabril se transformó en un tranquilo suburbio urbano. Sin embargo, en los recovecos entre edificaciones, sobre algún terreno sin comprar, sobre una pared no demolida quedaron las chimeneas, dejando registro de lo que fue, y seguramente jamás volverá a ser. Oxidadas, algunas torcidas en formas extravagantes, son como inflorescencias metálicas que surgen entre los pliegues de la ciudad. Algunas parecen racimos hongos, surgiendo en pelotón desde el espacio que separa dos edificios. Otros, más imponentes, son troncos de árboles deshojados que con su fálica fuerza ganan la atención desde el cuadrado paisaje. Algunos aparecen en secuencia, como en una exhibición de su crecimiento al aire libre. A veces son como copas abiertas hacia el cielo, tragando aire y lluvia para alimentar algo escondido en las entrañas del concreto.
Hay una en particular, que siempre miro cuando cruzo por ahí. Es una ancha chimenea curvada, se asemeja a esos tubos que hay en las cubiertas de los barcos. Su boca apunta hacia el sol que nace, por lo tanto nunca pude ver su interior. A tanta distancia, la primera vez que la vi, pensé que era una persona, tapada con una manta, mirando el amanecer. Pero no, es solo un tubo de acero oxidado. A veces, imagino ver una mano salir de su silueta, que comienza a correr lentamente la capa amarronada que la cubre, hasta revelarme su rostro, mirándome fijamente. Otras veces, realmente lo hace.