miércoles, 16 de enero de 2008

A Long Night (part 1)

La lenta lluvia alivia el calor de mi ciudad. Tomo un cigarro mientras mis ojos escapan por la ventana. ¿Dónde estas? la pregunta retumba en mi mente, pero quiero ignorarla. El fresco viento que invade el cuarto relaja mis pensamientos, y me permite continuar la narración.

La lenta lluvia alivia el calor de la cuidad de Michel. Sabe que está buscándolo, y sabe que no tardará en encontrarlo. Todo el día lo había aprovechado en acondicionar el cuarto, preparándolo con trampas para cuando el momento llegara. La puerta, el hall, el living, la cocina y ambos cuartos estaban listos, y esperando. Estaba demasiado tenso, y el repicar de la lluvia sobre las chapas metálicas no hacia más que estresar sus nervios. Debía estar a toda maquina cuando llegase... y aunque tenia una pequeña ayuda guardada, no quería desperdiciarla. No hasta que sea realmente indispensable. Intentó poner música, pero nada agradaba a sus impacientes oídos. Giró el dial de la radio y mientras un suave violín llenaba de a poco el ambiente, apagó su cigarro en el cenicero. Que irónico, pensaba Michel, el parecido con esa historia que ideó hace años, durante su juventud. Él solía perderse en el laberinto de su imaginación, y solía volver con tesoros grandiosos. Y, sumiéndose lentamente en el sillón, se dejó perder por esa vieja historia, tan parecida...

Suenan los bellos acordes del primer movimiento de El Invierno, de Vivaldi. Tomo una pequeña pausa mientras saco otro cigarro del escritorio. La lluvia se fue, dejando paso a la pálida luna, es bello astro plateado que ilumina la noche. La noche... ¿Era de noche cuándo...? golpeo con fuerza el cajón para cerrarlo. No quiero esos pensamientos esta noche. No hoy. Miro hacia la puerta, expectante. ¿Cuánto más tardará en llegar? ¿Recordará la dirección? Debería. Se la anote bien. No puedo evitar recordar a ella... nunca venia a visitarme. Y cuando lo hacia, la espera era mucho mas angustiante que la falta. Ella. Debería olvidarla de una buena vez, ya no regresará. Pero el recuerdo se aferra a mi cabeza, y me ataca con golpes bajos cuando mas débil me encuentro. Como cuando espero. Desviando pensamientos, noto una foto en la mesa, cerca de la puerta de entrada, que no había notado antes. Sí, no me equivoco al pensar que es una foto de ella. Una foto de cuando éramos felices. Nunca puedo acercarme a esa foto sin llorar, mucho menos quitarla de ahí. Pero, estoy seguro, que cuando finalmente llegue, la tirara por mí.Escribir suele exorcizar los malos recuerdos, aunque sea temporalmente, así que acerco el teclado y, mientras comienza el tercer movimiento del concierto, sigo escribiendo.

Un sonido lo trajo de vuelta a la realidad. Alguien, o algo, golpeó unos pedruscos que empezaron a rodar por la calle, despertándolo. Asustado, miró rápidamente a la puerta. Aun se hallaba cerrada. Se tranquilizó durante unos segundos, agradecido que una mera ensoñación no lo haya condenado. Miró con avidez todas sus trampas, como queriendo probarlas con la mente. Se fijó especialmente en la primera, que se hallaba junto a la puerta. Esa definiría si aquella noche seria larga o corta, aunque bien sabía que no podría vencer con facilidad. Un trueno resonó por el estudio, haciendo que Michel se estremezca en su sillón. Volvió a revisar los cajones del escritorio que había frente a el, asegurándose que su arma secreta se encontrara en el cajón deseado, el primero de la derecha, debajo de la maquina de escribir. Esa inutilidad, pensó. No recuerda cuando llego a sus manos, pero desde que esta en su casa, esa maquina solo causo problemas. Incluso ahora, limitando la superficie del escritorio. Lamentablemente, no podía ir al otro escritorio, el del living, mucho más amplio. Solo desde el sillón de ese escritorio se podía ver toda la casa. Solo desde aquí podía ver todo el desarrollo de la situación. Y no quería que cuando llegase, lo encontrara en cualquier otro lugar. Solo desde ahí, solo si Michel se quedaba allí sentado, cuando abra esa puerta caerá en todas las trampas, una tras otra. Si no funcionara la primera... ahí si que estaría perdido. Escuchó nuevamente el rumor de la lluvia, y su mente se relajo. La tediosa música seguía sonando...

Me siento terriblemente agotado. Quisiera que la lluvia cayera sobre mi alma y la lavara de todo. Quiero empezar de nuevo, por eso ahora estoy esperando que llegue. Quizás, con algo de suerte, pueda realmente cambiar... y, de repente, lo siento. Escucho los pasos atravesando la calle. Escucho el paraguas que se cierra. Escucho la puerta de entrada abrirse y los últimos pasos por el pasillo de entrada. Escucho ese ansioso silencio, y los golpes en la puerta de mi casa. Deslizando una tímida sonrisa, grito que pase, que no esta puesta la llave. Se abre la puerta...

El sueño amenaza con ganar la batalla. Michel se estira dentro de su acojinado sillón, repentinamente, un sonido lo estremece. Un sonido que avanza desde la entrada de su edificio, pasando raudamente sobre su escalera. Él siente con cada golpe que su destino final se acerca hacia el. Finalmente, los golpes se detienen frente a su casa. Se abre la puerta...

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