Human after All
Todo sucedió tan rápido. La instantaneidad de las comunicaciones, la globalización, Internet, la soledad y el nihilismo del nuevo milenio, el inescrupuloso avance de la ciencia, la exagerada cantidad de información, la manipulación genética, el fin de la moral. Cada nueva generación estaba más conectada a la gran red. Las barreras entre los individuos se fueron haciendo cada vez más delgadas, más imperceptibles. Finalmente, la última generación de individuos dio nacimiento a la nueva humanidad, una verdadera comunidad de iguales, una utopía informática, en la que no había distinción por clase, sexo, religión o cualquier otra cosa. De hecho, no había distinción entre uno u otro. La humanidad en su conjunto se había transformado en un solo ser, inmenso y pensante. Se cree que prontamente perdieron la noción del tiempo, por ello no se sabe cuanto pasó (¿Acaso unos pocos segundos?) hasta que ese única y titánica humanidad logro el conocimiento y la comprensión de toda la información que había recolectado en su larga existencia. Ensayos, libros, fotos, recuerdos, experiencias, la suma de todo el conocimiento humano en una misma mente, en solo un momento. Tampoco se sabe cuanto tardó en decidir su acto final. Tanta mejora tecnológica, tan adaptados a la vida mecánica e informatizada, no evitó que su última acción fuera la más humana de todas: El humano final se suicidó.