miércoles, 16 de abril de 2008

Observer

Posdata de tu revolución

El otro día estaba recorriendo un centro comercial, punta de lanza del capitalismo urbano, analizando cual doctor los nocivos efectos en los seres humanos de las mayores revoluciones de la historia, y del principal ideal que impusieron para la vida diaria.Individuos de toda clase recorrían sus pasillos y locales.
Estaba la pareja de clase alta, tan adulta y tan infantil, gastando fortunas en su ilusión de elitismo, creyendo ser dueños del mundo mostrándose despiadados en los negocios, mientras psicólogos hacen un festín con sus cabezas. Estaba el joven de clase media, mirando en las vidrieras su ansiado futuro, ordenando sus cuadernos de estudio e ignorando con todas sus fuerzas que los arquitectos famosos, aquellos que realizan esas edificaciones de fábula, son parte de un mismo clan, al que el no pertenece; obviando su opaco futuro de habilitador de baños. Estaba la niña de clase baja, bajísima, mirando el suelo buscando una pieza metálica de felicidad, esforzándose sin tanto esfuerzo de mostrar una cara triste y ayudar a que la ayuden a redistribuir las vastas riquezas del mundo, cuando su única alegría está en su muñeca de trapo no parlante. Mirando a la niña estaba el guardia de seguridad, acariciando su macana, presto a ir hacia ella y expulsarla, no hacia el exterior del centro comercial, sino retirarla al interior del mismo, a los complejos y oscuros pasillos, e incluso de su sexualidad. Ignorando todo esto estaba la joven pareja intelectual, discurriendo acerca del tiempo, el espacio y la forma, creyendo cambiar al mundo con solo unas palabras y su buena intención, despreciando a los ignorantes de clase alta, los ilusos de clase media y los vagos de clase baja; desconociendo en su individualismo que todos ellos tienen felicidades, tristezas, sueños y deseos; que todos, así como ellos, se regodean en la absurda y superficial felicidad que les da su, muy propia, propiedad privada.

Y hay quien todavía no cree en los universos paralelos...

1 comentario:

SergioMC dijo...

Me gusta la crítica que haces en este relato. Muy muy bueno.