Wisdom
Se que había dicho que no iba a empezar una nueva "serie" antes de terminar con "A Long Night", pero... entre que hace como un mes que se me formateo el disco duro (perdiendo, ademas de lo que había escrito de "A Long Night", todo lo del inedito "Disco Eterno") y que esta noche que me volvieron las ansias de escribir no pude entrar en sintonía con los sentimientos de "A Long Night"... terminé escribiendo esto. No es precisamente el comienzo de la serie en si, solo un cuento que podríamos localizar dentro del mundo de "Ex-Libris". Si, como acabo de mencionar, esto es parte de la serie de "Ex-Libris", una historia localizada en un mundo fantastico basado en el juego de rol Dungeons & Dragons. En fin, espero que la serie (en general) y este cuento (en particular) le/s parezca interesante.
Fetiche
Recordando sus viejas aventuras, ya carcomidas su carne y su espíritu en la búsqueda del secreto de la vida, su pensamiento volvió a posarse en él. Las pocas hojas de El Libro lo nombraban, o eso parecía, ya que nunca pudo confirmar sus traducciones. Poseído por una fuerza casi vital, se levanto de su trono. Caminó acelerado a través de los recintos de su guarida, un gran castillo rodeado de montañas, buscando los depósitos en los que guardaba las enormes ganancias de sus épocas de aventurero. Tomo horas hallarlo, incluso con la ayuda de sus sirvientes. Era un ídolo primitivo tallado en una maderaoscura más pesada que la piedra, con la forma de arcaico dios perdido de forma vagamente humanoide. Ordenó a sus esclavos a que acondicionaran un cuarto para realizar un ritual. Cuando todo estuvo listo, le pidió a su lacayo más leal a que la trajera. Pronto vino con el cadáver de una hermosa mujer en sus brazos. La dejó sobre un pequeño altar preparado para la ocasión.
- Amada mía... por favor, te ruego que me escuches. He meditado sobre las escrituras de aquel arcano libro cuya búsqueda nos fue encomendada ¿Lo recuerdas? En una de las tantas interpretaciones de su dañada escritura, se nombraba a una escultura, un fetiche dedicado a Ynat, un dios antiguo, cuya madera es tan dura como la roca. ¿Recuerdas la mazmorra de la montaña hueca? Allí lo habíamos encontrado. Estoy seguro que...
Tomó su mano fría y la acarició con su rostro. Había intentado todo para revivirla, pero no pudo conseguirlo. Ansiaba que este ídolo sea la clave para lograrlo finalmente. Colocó a la figura en otro altar, más grande, que estaba a la cabeza del primero. Se alejó unos pasos y conjuró un hechizo sobre el objeto. Era un hechizo de su propia autoría, el cual le permitía desencadenar la magia inherente de un objeto sin necesidad cumplir sus requerimientos. El fetiche tembló en su lugar y de el emanó un oscuro gas, como humo. Este comenzó a concentrarse unos metros encima del pequeño ídolo, formando una especie de portal, a través del cual se podía divisar una cara vagamente humanoide, con un ojo brillante y otro opaco.
- ¿Qué quieres? - contestó la cara, con una retumbante voz que no hacía esfuerzo en ocultar su desdén.
- Sabes lo que quiero, Ynat. ¿No eres un dios, acaso?
- Es repugnante la ignorancia y prepotencia sobre los asuntos divinos que tienen ustedes los mortales. Sin embargo, has utilizado mi Fetiche de Sabiduría, y ni siquiera un dios escapa de sus responsabilidades.
- Veo que al menos en eso estamos de acuerdo. Contéstame ¿Cómo puedo hacer para que mi amada retorne a la vida?
- No puedo responder a esa pregunta, aunque si puedo responder la pregunta que no quieres hacerte. - Dijo esto casi con sorna, si uno pudiera creer que los dioses tienen sentido del humor.
- ¿De que estas hablando? - Preguntó, sin que la expresión de su rostro se modificara.
- No debes olvidar la omnisciencia de los dioses, de cuya existencia parecías tan seguro hace unos segundos. ¿Acaso no te has preguntado por qué tus conjuros de Resurrección no han tenido efecto en ella, a pesar de tus grandiosos esfuerzos por aprender la magia clerical?
Las palabras de Ynat lo dejaron en silencio. Es verdad que gastó años en aprender el oficio clerical y las artes de la magia divina, pero siempre creyó que al haber dedicado la mayoría de su existencia a la magia arcana, su poder no era el suficiente.
- No has podido retornar su alma del más allá porque ella ya no te reconoce, liche.
El antiguo dios dijo esto mientras el portal se desvanecía y abandonaba el cuarto en el que no había ningún ser vivo.
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