sábado, 21 de junio de 2008

Cat

Estaba saliendo con ella hace algún tiempo. Habrán tenido sexo tres o cuatro veces (llamarlo amor sería demasiado) antes de ello. Él estaba contento con no ponerle etiquetas a la relación. Ese día la fue a visitar más temprano que de costumbre, solo para darle una sorpresa. A medida que pasaba el tiempo la encontraba cada vez más linda. Se saludaron y pronto ella lo invitó a subir. Al cruzar la puerta de la casa, él notó algo raro. No sabía bien como expresarlo, pero había algo extraño. Ella le habló como siempre lo hacía, pero él oyó los nervios ocultos en su voz. Él simuló, como bien sabía hacer, mientras ella preparaba sus cosas para ir al departamento de él. Las sillas movidas, las constantes huidas de ella hacia el cuarto, y ese insoportable olor... Olor a hombre. Iracundo, se levantó de su asiento y le gritó "¡Pendeja de mierda, no me vas a hacer cornudo!". Se fue dando un portazo. Ella, aún con su pijama en las manos, solo atinó a arrodillarse lentamente, mientras una lágrima cayó de sus ojos. Un gato negro salió del cuarto y le lamió cariñosamente la mano.

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