Don't Touch Me
El beso del captor
Mi aturdido mensaje
vuela sobre tus pestañas
surca los pliegues de tus ojos
se demora en la curva de tus mejillas
determina su paso en las comisuras
de tus labios rojo sangre
se detiene en su delicioso borde
revisa en su mapa hacia donde avanzar
resiste en el precipicio, para luego
arrojarse al vacío de tu boca
abierta fosa de los deseos del presente
guarida de la bestia de tu salvaje,
furiosa sensualidad, cuyas extremidades
capturan dejando una marca
una cicatriz eterna en el pecho
de quién ose acercarse a husmear.
Mi mensaje atraviesa las puertas de tus labios
entrecruza tus dientes, relame tu lengua
y entra sin permiso al trono de tu alma.
Tu mirada acusadora, tu ojo
que todo lo ve permanece abierto
inerte a los ansiosos pedidos
de mi mentira más ridícula.
Quién puede querer a su captor
quién pretende asolar su única existencia
con el atroz sentimiento de perdonar
al justo culpable, de matar a su
inocente voz, y ofrecer su cadáver exquisito
al niño dios de la avaricia,
inconsciente de sus malignos deseos
cuna del ego, fuente de la grandeza
que permite que un espíritu
se dañe, tan solo para poder lastimar.
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