sábado, 16 de abril de 2011

Ghost/s

Yo puedo ver fantasmas. Siempre tuve esta habilidad, pero solo hace poco logré entender su verdadera naturaleza.
Los fantasmas no son como en las leyendas, los mitos, los libros y películas. No están en nuestro mismo plano, pero pueden afectarlo. Son manifestaciones de personas que ya han muerto, pero no están en pena. No sufren. Sus caras, cuando las tienen, solo expresan un sordo esfuerzo.
Los fantasmas no son seres individuales, ni tampoco únicos. Son una especie de gas etéreo que recubre y rodea a todas las personas, como siendo exudado por todos los poros del cuerpo. Mi vista los percibe con notorio detalle, como si fuesen sombras dibujadas sobre mis lentes. Todas las personas que he visto, ya sea directamente, o a través de fotos o video, poseen esta gris nube carcelera. Esta nube está formada por los fantasmas de los antecesores de cada persona. Sus padres, sus abuelos, los padres de sus abuelos, y así. Seguramente, al fallecer, la nube que rodea a una persona persiste en su fantasma, rodeando cada resto de alma con su propia nube, complejizando más el conjunto. A medida que este sistema se extiende por varias generaciones, los fantasmas más ancianos se van desdibujando, perdiendo sus rasgos humanos mientras se funden en la bruma.
Los fantasmas no son inertes. Siempre están activos. Cada vez que una persona toma una decisión, por más mínima que sea, los fantasmas están presentes. Cada vez que un pie se mueve, los fantasmas están ahí, empujándolo hasta que se detiene. Cada vez que la cabeza gira, los fantasmas tiran, cada uno para su lado, para permitirle el movimiento. Cada vez que una palabra es pronunciada, los fantasmas aprietan el cuello y los pulmones, dejando escapar solo a los sonidos permitidos. A veces, sus manos se entierran en la cabeza de las personas, librando sus batallas en los mismos pensamientos. Es maravilloso ver como se agita la nube alrededor de las personas, cuando estas deben tomar una difícil decisión. Los esfuerzos escalonados desde los antíguos hasta los recientes. Incluso a veces, los fantasmas más ancianos, más parecidos a estructuras conceptuales que a antiguas personas, dejan que sus inconcebibles manos influyan en el enfrentamiento.
Los fantasmas rodean a todas las personas, todo el tiempo. Cuando un bebé nace, un pequeño lazo como tentáculo se estira desde su madre y su padre para rodear al nuevo humano, dotándolo de su pequeña nube personal. Mientras crece, esa nube va creciendo en cantidad y fortaleza. Cada vez menos acciones parten del niño, sin influencia de los fantasmas. Al conocer el mundo, la nube se desarrolla, e incluso puede adoptar fantasmas ajenos, contagiados por las personas que lo rodean. En gente que es muy cercana entre sí, se pueden ver hilos fantasmagóricos nutriéndose de su conexión. Jamás vi a una persona morir, así que no se como un fantasma nace. Sin embargo, incluso los recientemente fallecidos ya decoran con su cara la nube de quienes lo heredan.
Lo he comprobado muchas veces. Ya sea en fotos, videos, mirándome al espejo o simplemente observando mis manos. Yo no tengo una nube. Los fantasmas no me rodean. Puede ser que mi extraño don no me permita ver mis propios fantasmas, pero raramente me lo cuestiono. La mayor parte del tiempo, logró olvidar este detalle, pero a veces noto, con un ahogado terror, que no se si esto es bueno o malo.

1 comentario:

Realmentealpedo dijo...

Este cuento me encantó: te felicito!

Saludos!