Future
En mi ciudad, escondido entre uno de los matorrales del pequeño parque interior de cierta edificación, se esconde La Planta para Ver el Futuro. Se dice que preparando y bebiendo una infusión hecha con esta planta permite tener una visión clara y precisa sobre el futuro. Se dice que solo aparece una cada tantas décadas, y que no existe más de una a la vez. Su nombre científico es Cephalotus Cassiopeia, aunque esto no interesa ya que su genoma no corresponde esa especie. Parece una pequeña inflorescencia, frágil y clara, surgiendo del pasto circundante, creciendo a la sombra de un arbusto mayor que la cubre de miradas curiosas. No produce esporas y sus raíces se extienden unos pocos centímetros por debajo de la tierra. Durante años se ha mantenido inerte, sin cambiar su tamaño ni marchitarse, pero tampoco dando señas de reproducirse. Esto último molesta a quienes, sabiendo de su existencia, buscan aprovechar sus virtudes.
Pero este no es el único mecanismo de defensa de La Planta para Ver el Futuro. En otras dos edificaciones similares, con sendos parques interiores, hay entre los arbustos pequeñas plantas parecidas, pero sutilmente diferentes. De aspecto idéntico a la Casiopea, estas copias no poseen su cualidad única de permitir ver el futuro. A cambio, ofrecen un poderoso veneno capaz de matar a quién, confundido por su parecido con la Casiopea, se atreva a consumirla. Algunos piensan que clonando la Planta pueden atravesarse las dificultades que conlleva su recolección. Lamentablemente, todos los intentos de copiar o de alguna manera duplicar la Casiopea solo consiguen crear sombras venenosas e infértiles, como si su místico poder se debiera a una mágica conjunción de energías en el lugar preciso. Aún así, estos sistemas solo consiguen disuadir a quienes, individualmente, desean obtener las virtudes de la Casiopea. Hay personas con mucho más poder, con varias vidas a su disposición. Pero contra ellas la Planta también está preparada. Las visiones, para alguien no entrenado, pueden confundirse con los recuerdos. La historia es cíclica, lo que sucedió volverá a pasar, una y mil veces. Las personas nacen y mueren, los imperios se alzan y desaparecen, el sol siempre vuelve a salir al día siguiente. Una visión arrojada a una mente inexperta sería el equivalente a quemar la planta en una hoguera.
Incluso habiendo encontrado la verdadera Planta y entregando a una mente entrenada la infusión de la Casiopea, no se puede asegurar de que la visión se realice con éxito, o más bien, que muestre lo que uno desea que muestre. Las visiones, y particularmente las producidas por la Casiopea, son de naturaleza caótica. Hay la misma chance de que muestre a su eventual espectador un evento futuro intrascendente, los números de la lotería de la semana próxima, todos los detalles de un invento que revolucionará al mundo, el día de la muerte del visionario o incluso, pícaramente, el lugar de nacimiento de la siguiente Planta para Ver el Futuro.
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